Medio: El Día
Fecha de la publicación: jueves 05 de marzo de 2020
Categoría: Procesos electorales
Subcategoría: Elecciones nacionales
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Hoy se escuda en un medio de prestigio mundial como el Washington Post, no en físico, sino en un Blog, The Monkey Cage’s (La jaula de los monos), en nota firmada por una dupla que se presenta como parte del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT). Por muchos títulos y nombres que utilicen, esta andanada es considerada como “la operación chavista en Washington que busca esconder el fraude electoral” cometido por Evo Morales en Bolivia.
Y ya se sabe todo: la nota parcializada y sin rigor técnico electoral la pagó el inefable Nicolás Maduro.
Detrás de él, una ONG dirigida por un ex canciller de otro inefable, Rafael Correa. Es decir, la llamada izquierda del Socialismo del Siglo XXI en este Continente, sus padrinos locales y otros más lejanos. Y Bolivia, convertida en conejillo de Indias para los experimentos antidemocráticos de partido y pensamiento únicos, con ropaje nacional/popular.
El embajador boliviano ante la Organización de Estados Americanos y agente ante la Corte Internacional de Justicia en La Haya, Jaime Aparicio, señaló que medios de comunicación, ONGs y organismos internacionales buscan frenar la reelección de Luis Almagro como secretario general de la Organización de los Estados Americanos. Es decir, se utiliza a Bolivia como medio de una disputa política e ideológica a nivel hemisférico. En su cuenta de Twitter, Aparicio afirmó que “El aparato de penetración en medios de comunicación, ONGs y organismos de derechos humanos de (Raúl) Castro, AMLO (Andrés Manuel López Obrador), (Nicolás) Maduro y los Kirchner, va más allá de Bolivia. Su objetivo es frenar la candidatura de Luis Almagro a la OEA. No existe informe de MIT sobre fraude electoral en Bolivia”.
En la misma línea, el expresidente, y actual candidato a las elecciones del próximo 3 de mayo, Jorge “Tuto” Quiroga, aseguró que gobernantes afines al expresidente Evo Morales buscan perjudicar la reelección de Luis Almagro.
La respuesta de la OEA no se dejó esperar y fue lapidaria: “El artículo no es honesto, ni está basado en hechos, ni está completo. Sobre todo, no es científico. Contiene innumerables falsedades, inexactitudes y omisiones”.
La OEA afirma que la nota de marras ignora los principales descubrimientos que arrojó la auditoría: cambios en las hojas de recuento, falsificación de las firmas de los funcionarios electorales, existencia de dos servidores ocultos sin autorización donde se manipularon datos y se falsificaron las hojas de recuento, la falta de cadena de custodia y las inexplicables incoherencias en el número de votos emitido. La Unión Europea, que contó con su propio equipo, “apoyó los hallazgos de la OEA y presentó pruebas de otras irregularidades”.
La nota publicada en el apartado “La jaula...”, fue hecha por dos personas oriundas de USA, solo tiene 3 páginas, fue elaborado fuera de Bolivia. El Informe auditado de la OEA estuvo a cargo de un equipo multidisciplinario de 36 miembros provenientes de varios países, hizo análisis de campo y contiene 94 páginas. Analizó la manipulación informática, alteraciones en el llenado de actas electorales, revisó la cadena de custodia, escuchó las denuncias de la ciudadanía, hizo entrevistas a muchas personas y descubrió fraude en los votos de bolivianos en Argentina.
En Bolivia sí se sabía de elecciones anteriores y aún antes de la paralización del conteo rápido(TREP) en 2019, que muchos difuntos votan, que existen números de Carnet de Identidad hasta triplicados, acarreo de votantes de un lugar a otro o de mesa en mesa, y presión sobre las comunidades campesinas, donde se vota por consigna. Esos datos no fueron analizados por los dos autores de la nota en cuestión.
Este objetivo político-ideológico persigue minimizar el fraude electoral comprobado por la OEA y la UE, e insistir en que en Bolivia hubo “golpe de Estado”. De suyo, desprestigiar al gobierno de la presidenta Jeanine Añez Chávez y el proceso que en paz y libertad conduce hacia las elecciones del futuro mayo.
También pretende que el cocalero y su partido recuperen el poder, olvidando que fue el propio Morales quien renuncio el pasado 10 de noviembre por la monumental movilización ciudadana, por el paro cívico ciudadano de 21 días para tumbar al tirano y porque no pudo echar mano del monopolio del uso de la fuerza, pues la policía y las FFAA no apoyaron el fraude. Sin el poder disuasivo/represivo, tuvo miedo, huyó y pidió refugio a sus pares ideológicos.
Como esta es una lucha política e ideológica, insistiré en que, según las encuestas conocidas, el MAS puede tener un tercio de intención de voto, pero dos tercios de la sociedad boliviana se decanta por las opciones democráticas. Son muchas, cierto, siendo el enemigo uno: el MAS y el cocalero Morales.
Sin embargo, Bolivia sabrá, como ya lo ha demostrado, unirse no solo por la conquista del poder que puede ser efímero, sino por un objetivo superior: vivir juntos en paz y libertad, respetando las diferencias. Sí, para construir una Bolivia con más trabajo, más educación, más creación de riqueza, más salud y mejores oportunidades de vida.