Medio: El Día
Fecha de la publicación: domingo 01 de marzo de 2020
Categoría: Institucional
Subcategoría: Tribunal Supremo Electoral (TSE)
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Estamos hablando de los destrozos causados por militantes del MAS en un hotel donde el candidato a vicepresidente Marco Antonio Pumari convocó a una conferencia de prensa. Hordas de energúmenos se hicieron presentes en el lugar, donde amedrentaron a los dirigentes y lanzaron la misma amenaza que prevaleció durante los 14 años de hegemonía masista. Advierten que no permitirán que ningún candidato que no sea del MAS ponga un pie en esa urbe y, tal como lo demostraron, están dispuestos a recurrir a la violencia para conseguir sus propósitos.
Recientemente se confirmó que la voz que se escucha en una conversación en la que se hacen invocaciones a la sedición y al terrorismo, pertenece al ex presidente Morales y por lo que ha estado haciendo, es decir, mencionar milicias armadas y hablar de militares golpistas, no cabe duda que los planes desestabilizadores del cocalero prófugo siguen en pie. Recordemos que El Alto fue el epicentro del brote terrorista que impulsó el régimen anterior y hoy puede convertirse en el foco del boicot a las elecciones y la perpetración de un fraude, por medio del control de los centros de votación, la inducción del sufragio y el denominado voto comunitario.
Todos saben que el MAS pierde terreno y popularidad cuando recurre a sus viejos métodos y los expone de manera tan descarada, como siempre lo ha hecho en sus bastiones y como trató de hacerlo el 20 de octubre de año pasado. Pero el problema del partido cocalero ya no es de imagen, hoy no tienen nada qué proteger y jugarán hasta su último cartucho para retornar al poder a cualquier costo, pues saben que dentro de cinco años esa posibilidad será más remota, sino imposible.
No se trata solo de brindar las garantías necesarias para que todos los partidos y agrupaciones puedan recorrer el territorio nacional sin restricciones, sino también de que el Tribunal Supremo Electoral, por así decirlo, pueda sentar soberanía en cada rincón del país, pues es la única manera de garantizar la transparencia que se ha prometido. La ley le faculta al organismo rector de los comicios a demandar la acción de la fuerza pública para asegurar una campaña y unos comicios libres, que el MAS no quiere, pues hace mucho que el voto dejó de ser la mejor opción para asegurarse el poder.
En resumen, no se puede confiar en la supuesta actitud democrática del MAS o en su voluntad de respetar las reglas del juego, que ellos mismos torcieron y traicionaron en repetidas ocasiones. Hoy conservan la capacidad de interferir en un proceso clave para la recuperación de la democracia, algo que puede sepultar para siempre los intentos del cocalero de recuperar su botín.
No se trata sólo de brindar las garantías necesarias para que todos los partidos y agrupaciones puedan recorrer el territorio nacional sin restricciones, sino también de que el Tribunal Supremo Electoral, por así decirlo, pueda sentar soberanía en cada rincón del país, pues es la única manera de garantizar la transparencia que se ha prometido.