Medio: La Razón
Fecha de la publicación: lunes 24 de febrero de 2020
Categoría: Procesos electorales
Subcategoría: Elecciones nacionales
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Empezaré por los resultados ponderados sobre votos válidos, prorrateando proporcionalmente los No sabe (6,5%) y Voto secreto (2,2%) a los valores directos. Los resultados ponderados dan el 34,3% para el MAS (directo: 31,6%), el 18,6% para Carlos de Mesa (17,1%), el 17,9% para Jeanine Áñez (16,5%), el 10,4% para Luis F. Camacho (9,6%), el 5,9% para el coreano naturalizado Chi Hyun Chung (5,1%); entretanto, Feliciano Mamani y Jorge Quiroga coinciden en el 1,7% (1,6%) e Ismael Schabib (inhabilitado y luego sustituido) obtiene el 0,5% (0,5%).
Empezaré aclarando por qué la del MAS es la única candidatura en la que no he mencionado el nombre del candidato. Como todos mis lectores concordarán, Luis Arce es un comodín intrascendente, “el candidato” para captar (o perder votos) es Morales; la ausencia de los moderados del MAS es muestra de ello. También recordaré lo que mencionó Fernando Molina en Unitel: el 65% de los electores había declarado antes que nunca votarían por el MAS, lo cual da que el MAS está llegando (o ha llegado) a su “techo” electoral, y la única opción viable es bajar.
La intención de votos en favor de Mesa está en torno al 18,6%, una caída significativa respecto del 26% que, según CiesMori, tenía en julio de 2019 (también tres meses antes de las elecciones) y un empate técnico con Áñez. Ya sin el recurso del “voto útil” que le benefició en octubre pasado, las posibilidades de Mesa de mantenerse quedan cada vez más circunscritas al occidente del país. Obviando su campaña anterior, pesa en su contra su tibia posición durante la revolución de las pititas, cuando todo el país opositor pedía la salida de Morales y él continuaba reclamando la segunda vuelta. Por el contrario, Áñez, aún con poca comunicación de gestión y ninguna de campaña, puede crecer significativamente sin utilizar el poder para hacer política. Sobre Camacho, cierro en poco.
En cuanto a los cuatro candidatos siguientes, el ultraconservador Chi va a aferrase al voto evangélico que no le dará posición en la Asamblea; mientras que Quiroga, Mamani y el sustituto de Schabib son absolutamente residuales y camino a la pérdida de registros.
El quid está en la Asamblea. El MAS podría tener 15 de 36 senadores y 25 de los 60 diputados plurinacionales (sin contar uninominales). No serían mayorías simples, menos absolutas, pero tendría un fuerte peso decisor. De allí la preocupación ciudadana, de reforzar las candidaturas viables y descartar las menos favorecidas antes de pensar en posibles alianzas postelectorales dentro de la Asamblea.
En este sentido, toma importancia la propuesta de Camacho, candidato circunscrito a Santa Cruz y desaparecido en el resto del país (Pumari no aportó nada en occidente), aunque queda en duda qué quiere decir con “dejar en blanco” su candidatura, porque las únicas opciones son seguir o retirarse. Hasta el 30 de abril los candidatos pueden bajarse de la carrera y ser sustituidos dentro de sus agrupaciones. No así en el caso de organizaciones, que ya están incluidas en la boleta impresa.
Camacho fue la cara visible en la caída de Evo, pero el líder de barricada no se trasvasó en un candidato exitoso. Ahora es el momento de definirse: si renuncia y sus votos refuerzan a alguno de los dos principales candidatos opositores (Áñez mucho más posible), o quedará la frase “en blanco” como una argucia cantinflesca de marketing electoral. Lo sabremos después de Carnaval.