Medio: La Patria
Fecha de la publicación: miércoles 19 de febrero de 2020
Categoría: Procesos electorales
Subcategoría: Elecciones nacionales
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Hay partidos políticos o grupos organizados para apoyar a los diferentes candidatos que creen que demostrando a sus posibles contendientes ganarán votos o, mejor, la confianza pública; pero, la verdad es que pierden mucho más de lo que pudiesen ganar. Algunos coordinadores o jefes de campaña creen hacerle un gran favor a su representado atacando a posibles contendientes, que, en la conciencia y decisiones finales del votante solo queda la convicción de que todo lo propalado era efecto de inquinas o malhumores de quienes no sabían cómo ni cuándo llevar a buen término una buena y fructífera campaña.
Denostar a los contrarios, a los posibles contendientes o rivales no le hace bien a ningún candidato; al contrario, lo perjudican porque cuando se tiene razón y hay propuestas y programas favorables para el país, no hay necesidad alguna de ofender a los que pecan de no saber qué hacer con su propia candidatura y no presentan ni programas ni intenciones sobre lo que harían en caso de llegar al gobierno.
La política, por sucia que se cree que es, debe ser practicada con decencia, con altura, por respeto que merece el pueblo y el propio candidato, que en su propio criterio y convicciones de lo que es, debe tener conciencia de lo que quiere hacer y llevar a cabo en beneficio del país; tiene que estar consciente de sus propios valores y no necesita ser ensalzado a costa de mostrar los hierros y carencias de los contrarios. Cada candidato debe ser responsable de sí mismo y así deben entenderlo los encargados de coordinar campañas, publicidad y propaganda que, por aparecer como incondicionales de sus jefes, no deben utilizar palabras ofensivas ni lastimar a otros, no deben usar la sátira ni la mentira ni la injuria porque, con seguridad, no aceptarían que surjan respuestas en los mismos términos o peores. Actúen, pues, conforme querrían que los demás lo hagan con ustedes y sus mandantes que merecen ser respetados y considerados por el propio entorno para serlo por los demás.
Las palabras ensalzan, engrandecen y fortalecen a las personas; pero, también ofenden, lastiman, injurian y lanzan denuestos que no se querría para sí mismos. Cada candidato que actúe conforme a sus méritos y virtudes y no a costa de denostar a los demás.