Medio: Página Siete
Fecha de la publicación: miércoles 19 de febrero de 2020
Categoría: Procesos electorales
Subcategoría: Elecciones nacionales
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La democracia implica diálogo, pacto político, pero esa es una cosa y otra, distinta, cómo entendieron esos partidos a la democracia pactada, pues la comprendieron simplemente como cuoteos de poder; unos partidos se adueñaron de la Aduana, otros, de la Renta, y otros de distintas dependencias públicas, dando lugar al patrimonialismo de Estado, a usar como privados los bienes públicos.
Eso condujo a una crisis del sistema político y a la deslegitimación de los partidos políticos y de la clase política; ésta no demostró grandeza al administrar el Estado. El electorado en 2005, la ciudadanía, votó en contra de esos partidos, por eso optaron por el MAS, no porque hayan creído en éste, sino solamente por rechazo a la conducta de los partidos políticos que administraron el Estado en la fase de la democracia pactada.
El MAS llegó al poder ofreciendo lo que se le criticaba a los partidos políticos: ofertó transparencia, austeridad, cercanía con la gente, soberanía, eliminar la corrupción, respetar la madre tierra, acercamiento a los indígenas, impulsar un modelo de desarrollo respetuoso del medioambiente. Se presentaron como el hombre nuevo, como la reserva moral del país. En casi 14 años de gobierno hizo todo lo contrario; la corrupción y el narcotráfico fueron sus estandartes distintivos, reprimieron a los indígenas, destruyeron el medioambiente, nos hicieron controlar con el G2 cubano.
El despilfarro fue enorme, el culto a la personalidad llevó a la construcción de un museo para el jefazo; la obsecuencia vino de la mano de una violación mayúscula de la ética; gobernaron con la mentira y el cinismo a flor de piel. Ninguna reserva moral, más bien, ejemplo de la corrupción y de impulso al narcotráfico.
Si en 2005 el sistema político y los partidos estaban deslegitimados y golpeados, en esos 14 años el MAS se ocupó de destruirlos casi totalmente, muchas veces con la mirada cómplice de algunos empresarios del oriente. El MAS no tuvo oposición, los partidos no dieron muestras de grandeza para reorganizarse, muchos se acoplaron al MAS o le facilitaron la vida con el referendo revocatorio.
En 2019, el MAS ya dio signos de avanzar hacia una dictadura. ¿Eso facilitó la unidad de la oposición? No, los políticos, la mayoría de ellos, mezquinos como siempre, no dieron muestras de grandeza, no resignaron candidaturas; más bien, muchos hicieron el trabajo para facilitar el triunfo del MAS.
¿Quién tuvo grandeza? Los jóvenes, las mujeres, las familias, la ciudadanía; ésta concentró su voto en favor de Mesa no porque éste sea su candidato, no porque lo preferían a él; sino, simplemente, porque querían hacer un voto útil, concentrarlo en un candidato viable que se enfrentara al MAS. En las elecciones, a pesar del fraude monumental, no ganó Morales, tampoco Mesa, triunfó la ciudadanía.
Después, fueron las movilizaciones de jóvenes, mujeres y familias las que expulsaron a Morales del poder. Que nadie individualmente se arrogue un triunfo que no le pertenece.
Ahora, a pocos meses de las elecciones, la clase política parece ser la misma de siempre, esa que nos regaló al MAS en 2005; hoy ella, con más o menos años de ejercicio, con gorrita o no, con ojos rasgados o no, se comporta como siempre, con una mezquindad extraordinaria.
Esa clase política no está a la altura de la ciudadanía que expulsó a Morales del poder; son esos políticos los que nos pueden regalar de nuevo al MAS en el poder. Con más desaciertos y mezquindades de ellos, el MAS puede llegar a 40%, y no se crea que es un MAS nuevo, democratizado, no, no lo es, pues ese partido viene en la cultura política del sindicalismo que es autoritaria, que cree en el socialismo, que es un modelo autoritario de poder.
La dispersión del voto es tal que permite presagiar un descalabro para la democracia en las elecciones. Claro que hay tiempo para enmendar errores, para cambiar cursos de acción, pero lo que no hay es grandeza de los políticos. Otra vez se carga sobre las espaldas de la ciudadanía la tarea de concentrar el voto para cuidar la democracia. Pero, la ciudadanía también tiene derecho a equivocarse y podemos tener nubes negras en el futuro.