- El Deber - MNR acordó pedir licencia al TSE y buscar la unidad con el candidato opositor mejor posicionado
- La Razón - Morales: Dos partidos ‘están en la mira’ si nos prestan su sigla
- La Razón - De 60 actividades del calendario electoral, faltan 10 fechas clave
- La Razón - Partidos políticos en ruina, democracia boliviana debilitada
Medio: Página Siete
Fecha de la publicación: lunes 17 de febrero de 2020
Categoría: Procesos electorales
Subcategoría: Elecciones nacionales
Dirección Web: Visitar Sitio Web
Lead
Contenido
Incapaces de asimilar sus errores históricos, propician, además, en las elecciones de 2009 y 2014, el triunfo de Evo con más de dos tercios, convirtiéndose en cómplices de la inédita concentración de poder en manos de una persona y su partido.
Si bien, dada la coyuntura, no tenían posibilidades objetivas de constituirse en auténticas alternativas frente al candidato y el partido del denominado “proceso de cambio”; con renunciamiento y algo de patriotismo podrían haber evitado aquello que se constituyó en lo más nocivo para nuestra democracia: esa descomunal concentración de poder que otorga el control del Órgano Legislativo con más de dos tercios.
Luego del proceso constituyente, en ambas elecciones, el accionar de las fuerzas políticas y líderes de oposición comulgó con la meta masista. Desprovistos de proyectos políticos y sin norte, considerándose -como siempre- “presidenciables”, contribuyen a esa estrategia de reproducirse en el poder con mayoría calificada. En 2014 ese extremo podría haberse evitado si colocaban candidatos comunes sólo en 10 circunscripciones uninominales citadinas.
Empero, su “retardo mental” les impide ese básico razonamiento y estúpidamente dispersan el voto. De las 63 circunscripciones uninominales, el MAS consigue 51 escaños, es decir, el 81%. Las fuerzas políticas que hoy son vitales para evitar el retorno del MAS, en ese momento aglutinadas en Unidad Demócrata y el Partido Demócrata Cristiano, logran apenas 12 curules.
No obstante, esa necedad, hoy la historia, de cara a las elecciones de mayo próximo, los coloca como actores centrales para consolidar el alejamiento del MAS del poder, luego de su derrota en las calles, protagonizada por los movimientos ciudadanos, hastiados de tanta arbitrariedad, abuso y corrupción. En esos movimientos, en los que la juventud juega un papel central, los líderes de las fuerzas opositoras al masismo no tuvieron ningún protagonismo.
Sin embargo, circunstancialmente, son beneficiados del resultado. Irónicamente, la fuerza política que hoy administra este proceso de “transición” apenas obtuvo el 4% en la última votación. Desconociendo el mandato y el papel histórico que les toca desempeñar deciden ir a la búsqueda de reproducirse en el poder, traicionando a la “rebelión de las pititas”.
Ahora bien, el contexto de las próximas elecciones es sustancialmente distinto de las tres últimas. Hoy, cerca de dos tercios del electorado es antimasista. De manera que existe, como en ninguna otra, la posibilidad de sepultar al MAS en las urnas.
Irónicamente, sin embargo, las fuerzas opositoras, en sentido contrario, traicionando al movimiento ciudadano, desaprovechando la oportunidad histórica, con sus miserias, escaso sentido común y estúpido accionar, están propiciando el triunfo del MAS con mayoría relativa -con sólo su voto duro- en primera vuelta.
La conformación y la cantidad de binomios, así como las listas de candidatos a la Asamblea Legislativa, sin ninguna renovación cualitativa, pues casi en su totalidad son los mismos de siempre, cínicamente reciclados, refuerzan esta hipótesis. Claro, a lo mejor están pensando que necesariamente uno de los binomios opositores al MAS ganará en segunda vuelta.
Olvidan, empero, que la composición de la Asamblea Legislativa se define en la primera y lo más probable, como están planteadas las cosas, es que el MAS obtenga en esa instancia la mayoría absoluta.
¿De qué sirve, luego, articular estrategias conjuntas para la segunda vuelta? Claro, como imbéciles, están pensando solamente en la toma del poder ejecutivo, ignorando que para conformar un gobierno fuerte se requiere el control del Legislativo. Para el eventual candidato ganador en segunda vuelta, con mayoría absoluta del masismo en el Parlamento, gobernar será un infierno.
En ese escenario, sin grados míninos de gobernabilidad, la inestabilidad política, social y económica será una constante. Precisamente eso pretende el masismo.
¿En qué queda entonces todo el movimiento ciudadano que expulsó al caudillo? Realmente, la estupidez de los políticos tradicionales opositores al MAS es infinita.