Medio: El Diario
Fecha de la publicación: lunes 17 de febrero de 2020
Categoría: Procesos electorales
Subcategoría: Elecciones nacionales
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Aquello de que la política es el arte de lo posible ha llevado a extremos inconcebibles, porque desconocen que la moral y principios que Platón planteó en “La República” son los presupuestos para saber en qué consiste el arte de gobernar y qué es lo que un gobernante debe hacer, porque si no lo sabe, o no tiene la habilidad para ejercer eficazmente esa función, puede hundir tanto al Estado como a sus ciudadanos y que los seres humanos tienen distintas habilidades y aptitudes, a través de las que pueden brindar su aporte individual en diferentes formas a la comunidad en que viven. No, nada de eso saben, acá se cree que los que cocinan rico en la televisión, los que cantan en un palenque, los futbolistas o las más bellas, están aptos para ser legisladores.
Y así Bolivia se ha convertido en un sistema de oportunismos en que la gente cree que tiene bien ganado el derecho a gobernar y la capacidad de hacerlo, tanto si se es un Pastor de iglesia, cuanto si se ostenta el título de instructor de gimnasio.
En el Estado ideal de Platón, solo los filósofos (como sinónimo de sabios) debían gobernar; pero es ideal. En nuestra realidad, lo ideal sería que por lo menos tengan la aptitud de que haya una congruencia entre lo que se sabe y lo que se aspira a ser. La Asamblea Legislativa Plurinacional (ALP) en los últimos años se ha convertido en un ruedo de insultos en que no hay debate ideológico y menos aporte a la construcción de una conciencia política que vaya en provecho del país. Y esa estrechez no obedece a que haya una supremacía indígena (lo que me parece muy bien), responde a que está lleno de indígenas, mestizos y uno que otro blancoide, sin preparación ni formación política ni moral. Existen excepciones, como en todo, pero el noventa por ciento de la conformación del Parlamento está sustentado en la demagógica actitud de poner en listas de candidatos a gente que no tiene la más mínima idea de lo que es legislar con responsabilidad. Los rivales de hasta hace tres meses, ahora son incambiables aliados. En nuestra democracia existe tanta ligereza, que los partidos políticos que gracias al fraude han conservado su personería jurídica, han perdido su identidad ideológica y toda vergüenza. Los hechos prueban que partidos que han tenido trascendencia decisiva en la historia nacional y otros de mediana antigüedad, se han aliado con algunos presidenciables que creen que dirigir el país equivale a dirigir un club de amigos. ¿Pero qué importa, si a cambio aquellos obtendrán algunos parlamentarios?
Hemos llegado al extremo inaudito de que uno de los candidatos, públicamente admitió no conocer el programa de gobierno de su partido, pero como nuestros candidatos son tan veleidosos, no hay ningún problema. El asunto es llegar al Legislativo a como dé lugar. En la ALP siempre hay espacio para el que con simpatía cocina en la televisión, para los comediantes o los que dominan la pelota. ¡Vergüenza!