Medio: Opinión
Fecha de la publicación: domingo 16 de febrero de 2020
Categoría: Debate sobre las democracias
Subcategoría: Repostulación presidencial / 21F
Dirección Web: Visitar Sitio Web
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Surgida de un legítimo reclamo que recordaba el resultado del referéndum en el que una mayoría de la población se manifestara en contra de una nueva candidatura del entonces presidente, esta consigna desarrolló entre sus partidarios un sentimiento de unidad tan potente que permitió olvidar un detalle crucial.
Aún si, efectivamente, el 51% de los bolivianos dijo “no”, el 49% había dicho que “sí”. Esta sencilla pero trascendental omisión hizo que la lógica del accionar político de la oposición (de nuevo, civil y partidaria) invierta pero mantenga intacto el que había sido el principio más dañino del “modus operandi” político del MAS durante su gobierno: la falta de respeto por el derecho y la importancia de la minoría.
Evo Morales, por regla general, había ido a la instancia del voto popular una y otra vez con la confianza de que su mayoría le permitía saltar por encima de las complejidades legales de la democracia.
Así sucedió, por ejemplo, con la aprobación de la nueva Constitución. El resultado del referéndum de 2016 fue, en estos términos, la única excepción en los planes del MAS.
Sin embargo, al idealizar esta excepción como su máximo referente político la oposición terminó por otorgarle validez a la regla general, con lo que en la praxis democrática boliviana quedó afianzado una máxima: actuar como si la minoría no existiese.
Una cosa es segura: cada vez que se asume que Bolivia puede decir no (o sí) con la simplicidad de una voz individual, se convierte el habla compleja, problemática, fisurada y siempre abierta de la comunidad en una caricatura que solo es útil para la manipulación polítiquera.