Medio: La Patria
Fecha de la publicación: sábado 15 de febrero de 2020
Categoría: Debate sobre las democracias
Subcategoría: Repostulación presidencial / 21F
Dirección Web: Visitar Sitio Web
Lead
Contenido
La decisión de Morales de incumplir el resultado del referendo y, consiguientemente, vulnerar el artículo 168 de la Constitución fue, como lo dije en una anterior columna, el verdadero golpe de Estado porque quebró la institucionalidad democrática del país.
Por eso no fue extraño que ese país se levantara contra el evidente fraude electoral del 20 de octubre. Y por eso no fue extraño que las guarniciones policiales de Cochabamba, Sucre y Santa Cruz se amotinaran el 8 de noviembre. Las restantes les imitaron y, para el 10 de noviembre, ya no había control sobre la fuerza policial.
El motín policial se extendió y se convirtió en estribillo. El resto es historia conocida y reciente.
Pero, contrariamente a lo que muchos creen, el del año pasado no fue el único motín policial de la historia. Más aún… hace 17 años tuvimos otro.
En febrero de 2003, el gobierno del entonces presidente Gonzalo Sánchez de Lozada decidía aplicar un impuesto del 12,5 por ciento al salario de todo trabajador que cuente con empleo fijo. El descontento popular que provocó la medida desató una serie de protestas que, de inicio, fueron reprimidas por las fuerzas de seguridad del Estado. El 11 de febrero protestaron incluso los estudiantes del Colegio Ayacucho, de La Paz, pero nadie salió a reprimirles. Los policías se habían amotinado.
El motín policial de 2003 fue en contra del "impuestazo" al salario, pero también por el recorte presupuestario que había sido anunciado para la Policía. Acuartelados, y después amotinados, los policías pedían, más bien, un incremento salarial del 40 por ciento.
Pero el motín no triunfó por un detalle fundamental: el ejército. Fieles a Goni, los militares salieron al frente de los policías y los días 12 y 13 de febrero estallaron enfrentamientos que dejaron como saldo 30 muertos y más de 200 heridos. El episodio pasó a la historia como "febrero negro".
El 10 de noviembre de 2019, los policías ya llevaban dos días amotinados. Esta vez, los militares no les salieron al frente. Por el contrario, el comandante en jefe de las Fuerzas Armadas sugirió que el presidente debía renunciar. Así, Evo Morales supo que no podría frenar más la ira popular por el fraude y huyó a México.
Goni tuvo su "febrero negro" y a Evo le tocó un noviembre que, sin embargo, se convirtió en luminoso para el pueblo boliviano. Y el detonante fue un motín policial.