Medio: La Patria
Fecha de la publicación: sábado 01 de febrero de 2020
Categoría: Procesos electorales
Subcategoría: Elecciones nacionales
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Este artículo lo he escrito en función al fenómeno pre-electoral que viven los diferentes partidos políticos y organizaciones ciudadanas que pugnan competir en las próximas elecciones nacionales (a presidente, vicepresidente y legisladores) a realizarse el próximo mes de mayo del presente año 2020.
Desde la convocatoria a nuevas elecciones presentada por la presidenta transitoria el pasado mes, en varias tiendas políticas he observado estructurarse y re-estructurase sus frentes políticos en base a las antiguas recetas de pactos de alianza, cuoteo de cargos, transfugios políticos y uso de los medios de comunicación entre otros.
En vano van pregonando estos frentes políticos ser
Esta forma de proceder, me hace recuerdo a un antiguo pensamiento conductista que decía: "los viejos contenidos adictivos son embazadas en botellas nuevas para que así se haga pensar a los demás que todo el producto es nuevo"; y el proceder de estos grupos políticos con fines a los comicios electorales del próximo mes de mayo, prácticamente es una actuación sobre los lineamientos de este pensamiento.
Las diferentes normativas vigentes que regulan para elegir a las máximas autoridades de Estado, establecen entre sus principios básicos "la equidad de género"; tanto la Constitución Política del Estado, la Ley del Órgano Electoral Plurinacional, la Ley de Identidad y Género, Ley de Participación Ciudadana y Control social, y la Ley del Racismo y toda forma de Discriminación, establecen entre sus principios básicos: "la observancia de obligatoriedad de la equivalencia en promover la equidad de género e igualdad de oportunidades entre mujeres y hombres para el ejercicio de sus derechos, individuales y colectivos".
Bajo este principio de obligatoriedad, la participación de varones y mujeres en los diferentes bloques políticos debe ser de manera equitativa; y lo mismo debería ocurrir en la conformación de los binomios candidatos a presidente y vicepresidente; pese a que en las pasadas elecciones se ha visto la conformación del binomio (hombre y una mujer) en los frentes MSM, MTS y Bloque Bolivia dice No, pero han sido casos excepcionales sin mucho impacto, ya que en la mayoría de los frentes se han conservado los binomios de dos varones con perfiles de carreras políticas consolidadas.
Pero ¿por qué se sigue con este lineamiento selecto sólo para varones? ¿Por qué no tiene mucho impacto o preferencia de los candidatos binomios de varón - mujer o viceversa en el electorado? ¿A qué se debe esta unión efímera de estos binomios que al poco tiempo terminan en el anonimato? Bueno, estas y entre otras cuestionantes podemos seguir planteándonos, ya que las normativas bolivianas establecen la equidad de género y el derecho a participar a las mujeres en las diferentes organizaciones.
Para tratar de responder a las interrogantes enunciadas líneas arriba, voy a bosquejar de manera breve cómo se estructura un binomio (varón y mujer) de autoridades políticas en un determinado contexto.
En el caso del mundo Aymara, la conformación de las diferentes autoridades políticas tradicionales con raigambre histórica en el control territorial se establecen en orden jerárquico, partiéndose desde el Jilir Apu Mallku que es la máxima autoridad a nivel de Confederación de los Suyus, el Apu Mallku la autoridad a nivel de Suyu, el Tata Mallku a nivel de Marka, el Jilaqata a nivel de ayllu y el Awatiri a nivel de sayañas; todo ese orden escalonado de autoridades políticas indígena originaria campesinas, tienen en su conformación a su pareja complementaria que es la Mama T´alla, misma que es su conyugue. Por eso se llama: Chacha - Warmi (varón - mujer).
El tiempo del ejercicio en cada uno de esos cargos es por el lapso de un año calendario, donde la pareja de autoridades la dedican exclusivamente a la atención de sus funciones como autoridad originaria, dejando de lado por este tiempo sus labores particulares y hasta familiares.
Desde el momento de la posesión, la transición y hasta el momento del traspaso del mando, la pareja siempre está junta como una sola. Los compromisos asumidos por esta pareja, están sujetos a los preceptos costumbristas y religiosos de su medio, el valor del ejercicio del cargo como principal rito de pasaje, la identidad territorial, la honorabilidad familiar con trabajo ad honoren, el derecho a ser ciudadano reconocido en el ayllu y la marka por haber cumplido los mandatos de autoridad.
Como se podrá ver, son muchos aspectos los que se juegan en el proceso cuando una pareja asume el cargo de autoridades originarias en cualquiera de las instancias territoriales.
Viendo este corto bosquejo sobre la forma de conformación de los binomios (varón y mujer) de autoridades políticas en un contexto indígena Aymara, en una simple analogía a la manera de cómo se conforman los partidos políticos y demás organizaciones ciudadanas que tienen como propósito el de participar en las próximas elecciones nacionales, es totalmente antagónica a los principios que se juegan en el anterior contexto descrito.
En primer lugar estos grupos no se juegan en base a una tradición histórica, no se marcará ningún rito de pasaje en sus representantes, no existe ninguna identidad territorial, el compromiso está remunerado bajo un salario establecido por la Ley, el bloque político está sujeto a pactos de alianza que en cualquier momento se pueden fracturar por una discordia, por eso es que hay casos continuos de renuncias, cosa que en el otro lado nunca se ha visto; y hablando de la equidad de género (varón - mujer) en la conformación del binomio, es nula porque sencillamente la pareja candidata no es una pareja conyugal, sólo son de momento y eso en cualquier momento se puede fracturar.
Como se podrá ver, hay muchas aristas antagónicas que no fácilmente no pueden conjuncionar como se dice en los discursos y las Leyes. Se requiere analizar y replantear otros puntos proyectivos más, para que en un futuro inmediato, la noción de la dualidad "Chacha - Warmi" sea una realidad en el mando supremo de las autoridades políticas del Estado.