Medio: Ahora el Pueblo
Fecha de la publicación: domingo 02 de febrero de 2020
Categoría: Procesos electorales
Subcategoría: Elecciones nacionales
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Tuto Quiroga acaba de lanzarse al ruedo electoral. Su valiente papel en la gesta democrática que derrotó al régimen de Evo Morales es innegable. Su importante experiencia como expresidente y su incansable lucha por la democracia en el país y la región tampoco lo son. Uno hubiera esperado, por lo tanto, que una candidatura de Tuto mantuviera la vara alta y se apuntale en una propuesta seria y de liderazgo responsable.
Me temo, y lo digo con sincera decepción, que no fue así. La propuesta de Tuto, publicada el 9 de enero, equivoca el diagnóstico y cae irremediablemente en la demagogia estatista de siempre.
La propuesta de Tuto, al menos en materia económica, es un plan maestro digno de Raúl Prebisch y la vieja guardia de la planificación central. Tuto propone que Bolivia se convierta en el “Corazón Verde Digital” de Sudamérica, y que las “arterias” sean “gasoductos, líneas eléctricas, fibra óptica, carreteras, puertos, ferrocarriles y aeropuertos”.
De acuerdo a Tuto, estando al centro de Sudamérica, Bolivia se tendría que convertir en un “mega-Canal de Panamá terrestre” por el que transiten “moléculas de gas, electrones de energía, datos por fibra óptica, carga y producción...” Todo con energía limpia, por supuesto, ya que Bolivia debe convertirse en la “capital mundial de las baterías de litio”, llenando todo el occidente, “desde el Alto hasta el sur de Potosí con manufactura de baterías de litio…”. ¿Cómo no se nos había ocurrido antes?
La propuesta enfatiza, además, que esta visión “solo se puede hacer realidad con empresas estatales” que deberán ser más y “mucho más grandes” que las actuales. A Entel, Ende y YPFB habría que sumarle ahora “Libol” (empresa estatal de litio), “Sibol” (empresa estatal de siderúrgica), y una o varias más que salgan de la “nacionalización de los ferrocarriles”.
Según Tuto, su gobierno lo hará tan bien administrando estas empresas que “en una década, todos los automóviles deben funcionar a gas o con baterías de litio” y la basura será tratada para que se pueda “utilizar más del 90% y enterrar el remanente libre de tóxicos”.
Y así sigue. Son varias páginas de planes rimbombantes que suenan increíblemente bien y que inevitablemente harán de Bolivia un país productivo, digital, verde, educado, sano, etcétera.
La propuesta de Tuto es mala porque está basada en la peregrina y eterna idea de que los gobiernos saben mejor que los individuos qué es lo que se debe hacer. A pesar de toda su experiencia política, Tuto sigue creyendo, como lo hacía Prebisch, que el desarrollo de un país solo puede diseñarse desde arriba a partir de un gobierno planificador e iluminado que nos de las líneas maestras.
¿Acaso no vio los rotundos fracasos de las economías planificadas alrededor del mundo? ¿Cómo puede seguir pensando que los gobiernos saben mejor que los agentes privados que producto será exitoso en los mercados?, o ¿qué tipo de mano de obra será necesaria?, o ¿qué ideas funcionarán y qué ideas fracasarán? ¡Esa información reside solo en los individuos y nunca en los gobiernos! Pensar, además, que las empresas públicas son malas y corruptas porque las administraba el MAS pero que con una nueva administración serán el súmmum de la eficiencia, es una completa ingenuidad.
Las empresas públicas son ineficientes por definición en cualquier país y con cualquier gobierno porque la estructura de incentivos con las que funcionan es ineficiente. No importa si son las Cartonbol o Papelbol de Evo, o las Libol y Sibol de Tuto.
No, lo que necesitamos no son más empresas públicas ni más grandes, Dios nos libre, lo que necesitamos es más privatización. Necesitamos devolverle al individuo la responsabilidad productiva y quitársela al Estado de una vez por todas.
La propuesta de Tuto es mala porque equivoca el diagnóstico.
El verdadero problema no es que se haya administrado mal el Estado, el problema es que siempre dejamos que el Estado juegue el rol protagónico del desarrollo y sometemos al individuo. Si esto realmente se entendiera quedaría muy claro lo que hay que hacer:
1. Reducir el tamaño e influencia del gobierno. Esto significa privatizar todo lo privatizable, cortar a la mitad el número de ministerios y reducir el 60% de la planilla de empleados públicos.
2. Reformar profundamente el sistema judicial y proteger la propiedad privada a capa y espada.
3. Abrir la economía sin peros ni condiciones. No más impuestos a la exportación ni a la importación.
4. Liberalizar y flexibilizar el mercado laboral eliminando el salario mínimo, el doble aguinaldo y demás regulaciones para que las empresas tengan más incentivos a contratar.
5. Mantener el tipo de cambio fijo no dejando un solo resquicio a la tentación de imprimir dinero.
Si se va por ese camino, los individuos volverán a ser los dueños del desarrollo, tendrán incentivos productivos y aprovecharán las señales de mercado para producir aquello que genere riqueza. Se hará lo que ellos decidan y no lo que los iluminados burócratas crean que se deba hacer.
Tuto se equivocó. Carlos Mesa hace rato que cayó en el mismo error. ¿Será que Camacho toma el toro por las astas?