Medio: El Diario
Fecha de la publicación: viernes 14 de febrero de 2020
Categoría: Procesos electorales
Subcategoría: Elecciones nacionales
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La llamada “Cumbre de Santa Cruz” era una esperanza de que los principales candidatos se unan para hacer un frente sólido, haciendo abstracción de los que solamente figuran por protagonismos y aventurerismos; varios, candidatearán para satisfacer su egolatría, porque deben estar seguros de que el pueblo está muy lejos de votar por ellos que, con seguridad, no poseen las mínimas condiciones y así lo demostrarán los resultados electorales.
Las verdades vividas por el país en 13 años, 9 meses y días entre 2006 y 2019 con el gobierno masista han dejado experiencias y cicatrices de heridas muy profundas que tienen que servir para que cada candidato conozca en detalle y estudie prolijamente qué harán para solucionar o corregir mucho del desastre causado; cómo encarar yerros que se han cometido por obra de la ineptitud, la carencia de criterio y profesionalismo, la ausencia total de virtudes y, sobre todo, el imperio de la corrupción que ha primado grande y gravemente para que con las inmensas cantidades del dinero disponible podrían haberse realizado grandes obras y lo poco hecho es mínimo.
Los políticos, con alguna excepción, no han hecho conocer ni programas ni intenciones; lo expresado es un “pasó por aquí” lo que se intenta; pero, propuestas directas, sólidas, realizables, creíbles y que muestren mucha responsabilidad, sólo hay muy superficialmente. Parecería que todo estuviese supeditado a cómo se presentan las consecuencias de lo malo hecho en casi 14 años para recién adoptar soluciones o remedios que, en casos, serán tardíos”.
Poco, muy poco, se puede examinar y hablar sobre lo poco conocido y solamente en casos de experiencias pasadas y comportamientos últimos, permiten tener esperanzas para que, efectivamente, pueda hacer quien asuma la Presidencia en agosto próximo. De todos modos, la ciudadanía que votará querría percatarse de cuánto conocen los candidatos de las realidades vividas, de las tragedias sufridas por el país; querría el pueblo tener la certeza de que en ninguno habría alguna intención de repetir los yerros habidos y es por ello que se precisan reconocimientos precisos y no estar atenidos “a lo que venga o se requiera en el momento”, como muchas veces ha ocurrido especialmente con gobiernos de facto que tuvieron que improvisar todo y manejar casi discrecionalmente los asuntos del Estado.
Solamente el acopio de hechos y experiencias sembrados por el masismo en casi 14 años permitirá a los candidatos analizar, pensar y encontrar justificativos o condenas para todo lo hecho y, a la vez, ha tomado razón de cómo no se hizo lo que debía hacerse con tanto dinero recibido por el régimen. Los candidatos están obligados a obrar sobre realidades, sin sofismas ni tergiversaciones, sin revanchismos ni intenciones de condenar lo mal hecho haciendo abstracción de lo bueno que habría quedado como herencia puesto que es el país el que se beneficiará con lo bueno y, sobre todo, sufrirá las consecuencias de tanto mal que ha sido práctica permanente de quienes nunca tuvieron conciencia de país ni menos dotes de honestidad, honradez y responsabilidad.