Medio: La Patria
Fecha de la publicación: jueves 13 de febrero de 2020
Categoría: Procesos electorales
Subcategoría: Elecciones nacionales
Dirección Web: Visitar Sitio Web
Lead
Contenido
Es inexplicable cómo hemos tropezado repetidamente en la misma piedra: el autoritarismo. La última vez con un experimento indudablemente fallido -el de la tiranía populista- que tuvo el propósito de imponer un régimen que ha mostrado graves carencias y su esencia violenta para imponerse. Esta afirmación es objetiva: Cuba y Venezuela, en la primera mitad del siglo XX, estaban entre los países prósperos, encabezando rankings internacionales de bienestar y, ahora, por obra de ese populismo fallido castro-chavista, sus pueblos se debaten de crisis en crisis y con feroces dictaduras que pretenden eternizarse en el poder. "No hemos venido como inquilinos, sino para quedarnos", nos decían en el año 2005 sus seguidores en Bolivia, luego de las elecciones presidenciales de entonces.
Ahora, todas las candidaturas -sorprendentemente hasta la del populismo- dicen tener el propósito de acabar por siempre con el autoritarismo y consolidar la democracia. Pero es notorio que en una de ellas está subyacente la intención de reeditar el despotismo de los últimos años, mientras la ciudadanía observa una insensata dispersión de ofertas electorales.
Ciertamente, hay posiciones electorales encontradas en lo doctrinal y programas no realizables. Algunas no tienen contenido ideológico, otras muestran sólo el afán de lograr el poder sin tomar en cuenta que se enfrentarían al lastre de un ominoso pasado de derroche y de corrupción generalizada que aún tiene consecuencias.
Otra característica: La mayoría de las candidaturas no son parte del pasado autoritario, y son partidarias de impedir democráticamente que el populismo tiránico vuelva al poder. Pero, atacándose entre ellas, lo que conseguirán es más fraccionamiento y mayores peligros de retorno de los que se enseñorearon en el poder en los pasados catorce años.
Las cartas están sobre la mesa, y a la hora de decidir el futuro, se debe tomar ejemplo del actual gobierno interino que, con seriedad y consecuencia, consolidó el derecho de los ciudadanos a elegir libremente a sus gobernantes, abriendo los caminos hacia la democracia.
El 3 de mayo próximo es crucial para el futuro de la Nación. Se trata, en efecto, de elegir entre la democracia y la tiranía. En esto se juega la libertad.