Medio: La Razón
Fecha de la publicación: jueves 13 de febrero de 2020
Categoría: Procesos electorales
Subcategoría: Elecciones nacionales
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Naciones Unidas habló y lo hizo a dos voces. El relator especial sobre la independencia de magistrados y abogados de la ONU, Diego García-Sayán, señaló que él veía con preocupación un clima de persecución política en Bolivia: “Podría haber sido esta una transición democrática; pero no, hay persecución política usando a la Justicia”. A su vez Jean Arnault, enviado especial en Bolivia del Secretario General de las Naciones Unidas, afirmó que “en un contexto electoral es esencial que no se realicen actos de persecución política, incluyendo el abuso de procedimientos judiciales”. The New York Times, Financial Times, El País y El Nuevo Herald han editorializado y publicado columnas de opinión que reflejan, con mayor o menor dureza, el evidente autoritarismo y radicalidad que están dañando ya no solo el proceso de transición, sino también las elecciones del próximo 3 de mayo.
En Oruro, cuando la candidata presidenta hizo una referencia en su discurso a los 14 años de gobierno del MAS obtuvo una inmediata rechifla de la audiencia. Quienes fueron sus aliados y la colocaron en el poder hoy la critican en cada espacio que algún medio les concede. Está claro que el operativo que se montó para llegar al 10 de noviembre dejó roto el país por sus cuatro costados: el democrático, el político, el institucional y, fundamentalmente, el social.
Se habló que las marchas de los 21 días eran por mayor libertad, justicia y democracia. Pero estos conceptos hoy han cambiado por persecución, injusticia y democracia de favoritismos. ¿Quién es el autor de esto? La persecución política busca mediatizar, disminuir o anular al enemigo político. Un país roto tiene que reconstruirse, rearmarse. Y ello solo es posible con la alquimia del diálogo inclusivo. Pacificarse expresa reconocerse en el otro y aceptarnos. No es posible intentar andar el camino inverso de aquella historia que hablaba de bolivianos privilegiados solo por su color de piel.
Es oportuno acá proponer una fórmula para empezar a rearmar este país roto. Se trata de conciliar la libertad, la justicia y una democracia inclusiva. Que cada uno sienta que su vida es libre y a la vez justa para todos; y donde nos despojemos de ese incómodo y negativo sentimiento de racismo e intolerancia. Llevamos toda nuestra historia republicana posponiendo esta conciliación; 195 años sin conseguirlo hacen ver este propósito como inalcanzable y que el esfuerzo habría perdido sentido. No podemos apartarnos de seguir intentándolo, de explicar a quienes quieren simplificar las cosas que hay dificultades, pero tenemos que avanzar.
Existe otra posibilidad, una vía distinta, sostener la injusticia y el oscuro camino de la desigualdad. La injusticia aparta, margina y desecha a hombres para construir sociedades de seres humanos con conductas inhumanas de servidumbre. Perseverar por salvar la libertad, la justicia y la democracia inclusiva es la ocupación más maravillosa. Se puede fracasar, pero se lo habrá intentado en el sueño de una Bolivia sin exclusiones.
NdD. Desde este jueves, Jorge Richter Ramírez formará parte de los columnistas que escriben en La Razón. Es para este diario un privilegio poder enriquecer las lecturas de nuestro público con las reflexiones de este experimentado politólogo y comunicador, especialista en Comunicación Política y Análisis de Escenarios.