Medio: Página Siete
Fecha de la publicación: miércoles 25 de abril de 2018
Categoría: Organizaciones Políticas
Subcategoría: Democracia interna y divergencias
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Desde la acera de enfrente
La “oposición” está dentro del MAS
Graciela Toro, exministra de Planeamiento que mandó a hacer una auditoría sobre los contratos con la empresa que dizque iba a abrir la carretera por el TIPNIS y que se negó a que el Estado contrajera créditos caros. Javier Hurtado, exministro de Producción; Ana María Romero, expresidenta del Senado; el hijo del actual presidente del Banco Central, un tal viceministro de Medio Ambiente de apellido Ramos, que prefirió renunciar antes que firmar la boleta ambiental que matará el TIPNIS; Rafo Puente, exviceministro de Gobierno al que no le dejaron iniciar un proceso de transformación de la Policía; Nila Heredia, exministra de Salud, y, por supuesto, Rebeca Delgado y Maldonado.
La lista es larga y más larga sería si anotamos no sólo a exintegrantes
del gobierno de Evo Morales, sino a dirigentes y organizaciones que
decidieron sumar fuerzas a un proyecto popular como la CIDOB, Central
Indígena de Pueblos del Oriente. Podría contar el proceso de destrucción
y aplastamiento que ha sufrido cada uno de estos personajes, las
ilusiones y fuerza con la que aceptaron el puesto y el énfasis que le
ponían a la idea de cambiar las cosas desde el Estado.
Recuerdo la ilusión con la que me trataba de convencer Javier Hurtado
sobre la necesidad de formar parte de un gobierno popular que gobierne
para el pueblo y rompa la dinastía blanca empresarial que gobernaba el
país antes de Evo.
Algunos ya no pueden contar su historia, como Ana María Romero, que en
sus últimos días de vida constató ya la decadencia temprana del MAS.
Recuerdo los relatos de Javier Hurtado sobre las reuniones de bancada,
donde nadie hablaba, ni fiscalizaba ni preguntaba. Nila Heredia, que en
el Palacio mismo se enteró de su destitución, sin siquiera un gracias de
por medio. Cómo olvidar a Loyola Guzmán, que ya empezó a disentir en la
Asamblea Constituyente y que luego fue desconocida y maltratada por la
organización a la que ella le dio largos años de amor y compromiso, como
es Asofamd.
Ni qué decir de los forjadores mismos del Movimiento Al Socialismo, hoy
completamente anónimos y anónimas que ni siquiera figuran; las y los
que hicieron las primeras campañas publicitarias amaneciéndose y sin
dinero, acotándose para la merienda de marraqueta con palta. Tengo
alguna amiga entrañable entre ellas, cuyas historias no parece que nada
tuvieran que ver con lo que actualmente vemos.
En el gobierno están recién llegados y llegadas al proyecto, con sus
caras cargadas de ambiciones de poder, personajes que no miden el costo
social e histórico que supuso para el país poner a Evo Morales como
presidente. Es inútil hacer la lista porque son una gran mayoría de los
que hoy están gozando y derrochando a manos llenas dinero, poder y
tiempo histórico. Al punto que tenemos exmanfredistas de la extrema
derecha en el MAS.
El único factor de cohesión del MAS es Evo Morales como figura emblemática y, yo diría, como envase sin contenido.
El MAS fue perdiendo a su gente más valiosa sobre la base de una
metodología que sofoca la discusión, que le tiene miedo al desacuerdo y
que prohíbe la libertad de pensamiento; sobre la base de una metodología
que ha instalado como parámetro interno la mediocridad y la ignorancia,
y guay del o la que se atreva a brillar con luz propia.
En el camino de destrucción y persecución del libre pensamiento han
perdido ya no sólo la postura ideológica, sino también la mística y la
ética.
Si hoy en Cochabamba gobierna la alcaldía el despreciable de Leyes, un
alcalde corrupto capaz de hacer negociados con las mochilas escolares,
es porque el MAS prefirió un alcalde de extrema derecha que una mujer
como Rebeca Delgado, que hubiera ganado la alcaldía y que hubiera
representado el poder de la disidencia gracias al libre pensamiento.
Es irónico que el escándalo de la corrupción en Cochabamba coincida con
el fallo obtenido por Rebeca Delgado. Al MAS no le importa el país, le
importa el poder. Construyen ellos mismos la oposición a su medida y por
eso ellos mismos le dan espacio a la derecha, pero persiguen y
maltratan a sus propios compañeros y compañeras.
El MAS tiene dentro de sus filas a sus peores enemigos, personas que
quizás, mejor que nadie, se dedican a acabar con el proyecto inicial del
que sólo quedan vestigios. Exactamente igual que le paso al MIR, el MAS
es hoy un gran basurero que pudre lo que toca.
María Galindo es miembro de Mujeres Creando.