Medio: Los Tiempos
Fecha de la publicación: domingo 02 de febrero de 2020
Categoría: Procesos electorales
Subcategoría: Elecciones nacionales
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Por lo que por ahora se ve, se diría que en Bolivia no están dadas aún las condiciones para que se consolide un proyecto de país alternativo al que durante 14 años propuso el MAS. Abundan los aspirantes a candidatos pero continúa brillando por su ausencia una fórmula que ofrezca un liderazgo, un ideario y una organización suficiente, las tres condiciones imprescindibles para una acción política eficaz.
La inexistencia de un liderazgo que esté a la altura del desafío es la mayor de las debilidades. Ninguno de los aspirantes a candidatos tiene la talla suficiente para ser considerado líder, y eso es muy grave cuando tampoco existen partidos políticos organizados, y mucho menos un conjunto de ideas, una doctrina, que pueda aglutinar a los potenciales electores alrededor de algo más que una figura individual.
La inexistencia de un liderazgo, que contrasta con la abundancia de aspirantes a candidatos, es el reflejo de un fenómeno mucho más profundo que el atribuible a desmedidas ambiciones personales. Es un síntoma más de las dificultades que tiene una parte de la sociedad boliviana, la que no se identificó con el “proceso de cambio”, para comprender, asimilar y afrontar una realidad cuya complejidad supera con mucho las interpretaciones que de ella se suelen hacer.
Como lo muestran sus actos, o la falta de ellos, el horizonte visual de los candidatos no abarca más allá del próximo proceso electoral, mientras el MAS se reorganiza con la firme determinación de recuperar, si no de inmediato, en un futuro no lejano, el poder que perdió.
Hace ya más de un siglo y medio, Abraham Lincoln reflexionó sobre ese problema. Dijo que mientras lo que le preocupa a un candidato son las próximas elecciones, a un auténtico líder le preocupan las próximas generaciones. Uno tiene la vista fija en el corto plazo y lo rentable para sus aspiraciones personales y las de quienes lo rodean; el otro está mirando a largo plazo, señalando rutas y buscando soluciones a los problemas fundamentales de su país.
Como es fácil constatar, esa diferenciación se ajusta plenamente a lo que ocurre en las filas de quienes aspiran a ocupar el lugar que dejó vacante el MAS. Así, son cada vez menos las certezas y más las dudas que se abren sobre el futuro político de nuestro país.