Medio: Opinión
Fecha de la publicación: miércoles 15 de noviembre de 2017
Categoría: Representación Política
Subcategoría: Democracia paritaria
Dirección Web: Visitar Sitio Web
Lead
Contenido
DESDE EL CUARTO PROPIO
En nombre de lo “natural”
La historia de la humanidad ha registrado eventos vergonzosos,
caracterizados por el uso del nombre de Dios y la naturaleza como
justificativo, y que daba muestra de la incapacidad de comprender
factores socioculturales o las diferencias, lo que se traducía en
desigualdad y discriminación.
Así, las diferencias biológicas,
culturales, raciales, religiosas y sexuales, entre otras, justificaron
un tratamiento desigual, ya que las personas diferentes no fueron
concebidas como seres humanos. La colonia y los procesos de
evangelización dan cuenta de la intención de llevar “civilización” a las
culturas que tenían comportamientos “contra las leyes divinas”. La
Inquisición perseguía expresiones religiosas diferentes, asumiéndolas
como prácticas satánicas o brujería. El Holocausto persiguió a los
judíos por cuestiones religiosas y raciales. La esclavitud y el
“apartheid”, basados en la creencia de la superioridad de unos frente a
otros, se tradujeron en la negación de la calidad y dignidad humana. La
diferencia sexual entre mujeres y hombres explicó la discriminación y la
violencia, la asignación de roles y mandatos que se asumen como
“naturales” e innatos para ellas y ellos. La orientación sexual
diferente a la heteronormativa ha sido históricamente objeto de
persecución, criminalización y sanción.
La convivencia entre
seres humanos, algunos acuerdos sociales, la monogamia, el matrimonio,
la familia y los derechos humanos son convenciones que han sacado a la
humanidad del estado de naturaleza y nos ubican en un nuevo momento. El
desarrollo de la cultura y el conocimiento da cuenta de la evolución del
pensamiento y de la necesidad de adaptarnos a nuevas condiciones y
realidades.
La sentencia del Tribunal Constitucional que
determina la inconstitucionalidad de la Ley de Igualdad de Género
constituye un grave retroceso para quienes trabajamos promoviendo los
derechos humanos. No concebimos que se celebre como victoria la negación
de derechos a los otros, los diferentes, quienes ya vivían situaciones
de criminalización, altos índices de violencia e impunidad,
discriminación en el acceso a servicios de salud, justicia y educación;
empleo y participación política. Más bien parece antinatural la alegría
de sectores antiderechos que asumen la diferencia como antinatural y
que, con soberbia, creen que tienen la prerrogativa de negar derechos,
sabiendo que el resultado de la sentencia es limitar la condición humana
de las personas de identidad de género diferente, restringiéndoles las
posibilidades de ser.