Medio: Ahora el Pueblo
Fecha de la publicación: martes 28 de enero de 2020
Categoría: Debate sobre las democracias
Subcategoría: Democracia representativa
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Los manifestantes estimaban concretar una marcha pacífica. Sin embargo, según el universitario, algunos “infiltrados” comenzaron a atacar a la Policía, la cual reaccionó lanzando granadas de gas lacrimógeno. La gente no lograba escapar porque las cuatro esquinas de la plaza estaban bloqueadas, parecían estar encerrados. “Planeamos una marcha pacífica y no llevé nada más que la bandera de Bolivia. Estaba muy molesto, salí con la idea de defender el voto y especialmente la democracia de nuestro país”, cuenta el joven de 21 años.
Mateo, durante la represión policial, corrió por la avenida 20 de Octubre y, cuando se encontraba a la altura de la casa hogar ‘Gota de Leche’, aproximadamente a cuatro metros de distancia, un efectivo policial lanzó una granada de gas que infortunadamente le llegó al costado derecho de la cabeza, lo que le produjo una herida muy grande que no paraba de sangrar.
“¡Me dispararon en la cabeza!”, relata el estudiante. Luego del impacto no perdió el conocimiento. Su instinto lo hizo correr porque creía que enfrentaría una situación peor. Se detuvo, una joven lo auxilió. Ella portaba un botiquín. La mujer limpió la herida y la cubrió. Pese a los intentos por detener el sangrado, el líquido se desbordaba por su rostro, según se puede apreciar en las imágenes capturadas por uno de los ciudadanos que estuvo a su lado.
Dada la gravedad de la situación, un hombre en su auto llevó al herido hasta la clínica Rengel, que lamentablemente estaba cerrada. Luego lo trasladó hasta el centro médico Virgen de Asunción, ubicado en la avenida 6 de Agosto. Una vez en el lugar le cosieron la herida, pero dejaron una abertura para que la sangre continúe el drenado. Una tomografía detectó un coágulo que según estimaciones del médico podría reabsorberse. Recomendó esperar para tomar otra placa que permitiera decidir si realizar o no una operación.
El muchacho, junto a su familia, esperó en el hospital. A las 04.00 del miércoles 23 de octubre Mateo se dirigió al baño, ahí sintió mareos y náuseas. Notaba cómo una presión invadía su cabeza, se desvaneció a los minutos y entró en coma. El coágulo había crecido en pocas horas. Lo sometieron a una operación de emergencia.
Pasaron las horas y el joven no despertaba del coma. Lo llevaron de inmediato a tomarle otra tomografía: se detectó un coágulo en la frente. El reloj marcaba las 08.00, Mateo estaba listo para una segunda operación. 24 horas después Mateo despertó. El alivio regresó a su familia.
El domingo de esa semana la clínica tuvo que darle el alta médica debido a que las movilizaciones se radicalizaron en Sopocachi. Temían que no pudiera salir del lugar por los enfrentamientos y la violencia que rodeaba el centro de la ciudad.
Luego del trauma en la cabeza, Luján reposó en casa. Salió un par de veces con miedo y cautela para participar de las vigilias en su zona, ya que luego de la renuncia de Evo Morales se suscitaron actos vandálicos y saqueos en diferentes puntos de la ciudad que obligaron a las familias a armar barricadas y resguardar sus calles durante la noche y madrugada.
“En los momentos de los saqueos, sin dudarlo ni un minuto, salí a defender y participar de las vigilias junto con mi familia hasta tarde”, relata la víctima de la represión. El impacto de la granada de gas le dejó una fractura de cráneo de 11 cm. Luego de dos operaciones que salvaron su vida vendría otra preocupación: reponer los gastos médicos que ascendían a 20 mil dólares.
Junto a su padre encontraron un artículo donde se suponía que habría una “ayuda voluntaria” para las afectados de los enfrentamientos postelectorales. Sin embargo, hasta hoy no hallaron colaboración de alguna institución pública para solventar los costos de ambas operaciones.
Mateo Luján es uno de tantos jóvenes que sufrieron las consecuencias de la represión policial. Su convicción por defender el voto de las elecciones generales y la recuperación de la democracia del país que lo vio nacer lo llevó a luchar a costa de perder su vida.