Medio: Página Siete
Fecha de la publicación: miércoles 15 de noviembre de 2017
Categoría: Procesos electorales
Subcategoría: Elecciones nacionales
Dirección Web: Visitar Sitio Web
Lead
Para elaborar un programa económico alternativo al del MAS hay que comenzar por evaluar este último. A partir de análisis presentados anteriormente en esta columna se puede sintetizar lo que sigue.
Contenido
Catalejo
Hacia un programa económico alternativo al del MAS (I)
miércoles, 15 de noviembre de 2017
Para elaborar un programa económico alternativo al del MAS hay que
comenzar por evaluar este último. A partir de análisis presentados
anteriormente en esta columna se puede sintetizar lo que sigue.
El programa económico del MAS, actualmente en ejecución, tiene como
objetivo hacer una transición entre el capitalismo "ya senil” y el
socialismo, donde los "medios de producción” serán de todos. En la
transición, el Estado "controlado por las clases mayoritarias” asume
actividades productivas, empezando por las que generan mayores
excedentes económicos, y trata de destinar estos excedentes a
industrializar al país a través de empresas públicas.
Un primer error es plantear como objetivo histórico que los medios
de producción sean de todos: la experiencia ya ha demostrado que las
economías donde todos los medios de producción llegaron a ser propiedad
del Estado finalmente se estancaron. Y empezaron a progresar solamente
en la medida en que regresaron a la economía de mercado: "para asignar
recursos es necesario usar los mercados, no existe un sustituto efectivo
que sea conocido” – fue la conclusión a que llegaron.
Un segundo error –vinculado con el anterior- es creer que, en lo
que se refiere a actividades productivas y comerciales, políticos en
función de gobierno pueden decidir mejor que cientos de miles de
empresarios que viven de invertir sus ahorros y su patrimonio. Error aún
más grave por el hecho de que un enfoque similar ya nos llevó a una
crisis por la que sólo en 2006, con una nueva alza de los precios de las
materias primas pudimos recuperar el ingreso por habitante de 1978.
¡28 años! En el mismo período Corea del Sur, cuyo ingreso por habitante
en 1970 era similar al nuestro, multiplicó este indicador por cinco y
se desarrolló.
Estos errores de enfoque hacen que actualmente, lejos estar
superando el capitalismo, hayamos retrocedido a instituciones medievales
como 1) la prebenda: se multiplica los cargos públicos para asignar sus
beneficios en función de lealtad, no de capacidad; 2) el clientelismo:
se evade los mecanismos configurados para preservar el bien común a fin
de favorecer a gremios y empresarios "amigos”, y 3), en general, el
patrimonialismo o uso de los bienes públicos para fines privados: por
ejemplo, el Presidente invade competencias exclusivas de los gobiernos
subnacionales -usando para ello abundantes recursos del nivel central- a
fin de mantenerse permanentemente en campaña y seguir disfrutando de
los privilegios que el cargo conlleva.
Todo esto se denomina contemporáneamente corrupción pero, más allá
de las implicaciones éticas que pudiera tener este comportamiento,
debido a la inadecuada asignación de recursos que tales instituciones
implican para el país los costos exceden con mucho a los beneficios. El
gasto inadecuado se prolongará gracias a la capacidad de endeudamiento
externo que aún resta y cuanto más nos endeuden peor será la crisis
económica que inevitablemente se da con tales errores de asignación.
La alternativa es, según lo demuestra la abundante experiencia
internacional contemporánea, aprovechar la globalización para
industrializarnos con desarrollo de tecnología y creciente empleo de
calidad a través de empresas privadas. Para ello no funcionan ni
estatismo ni neoliberalismo: se requiere de un Estado conductor que
canalice las ilimitadas capacidades privadas para beneficio de todos.
Pero obviamente la primera condición es que este Estado esté por encima
de los intereses particulares e individuales.
Ya he propuesto varios lineamientos para construir un Estado así
pero lo esencial no es solamente llegar a consensos al respecto, sino
contar con un partido de nuevo cuño que los haga realidad, que acabe con
la corrupción: samuráis que estén decididos a renunciar a los
privilegios tradicionales de quienes llegan al gobierno, a controlarse
entre ellos y a castigar ejemplarmente las contravenciones. En palabras
del presidente Kuan Yew Lee –que encabezó el partido que hizo posible el
Singapur actual- "si quieres evitar la corrupción debes estar listo
para enviar a la cárcel a tus amigos y familiares”.
Iván Finot, es MSc. en Economía, especialista en desarrollo.