Medio: El Día
Fecha de la publicación: jueves 23 de enero de 2020
Categoría: Organizaciones Políticas
Subcategoría: Democracia interna y divergencias
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El cocalero prófugo, que no hace mucho dijo que al salir del país no sabía lo que había ocurrido y que todavía se encontraba en shock, no se ha dado cuenta que quien lo obligó a escapar fue precisamente esa clase silenciosa, que nunca marcha ni bloquea, que no participa en política y que tarda mucho en reaccionar, pero cuando lo hace es capaz de provocar revoluciones como la que se vivió en los meses de octubre y noviembre. Esa gente sigue alerta y todos los días se informa del desastroso manejo económico que hubo en 14 años. Lanzar al ruedo al autor del modelo de saqueo, derroche y abusos, es como largar a un corderito en medio de los leones.
Evo Morales se ganó a los indígenas del país desparramando odio a diestra y siniestra, satanizando a los blancos y a los mestizos, haciendo hervir la sangre de los originarios con pasajes de la leyenda negra. Por supuesto, también prebendalizó a las comunidades, las metió en el crimen organizado y abusó de ellas con una mezcla de cooptación de sus organizaciones y paralelismo sindical. David Choquehuanca, un verdadero representante de los pueblos nativos, no podría hacer lo mismo, no tiene los bajos instintos del “jefazo” y si lo intenta, no le surtirá el mismo efecto o en todo caso, podría generar rechazo.
La mejor opción electoral del MAS hubiera sido conservar el denominado voto duro, lo que implicaría mantener el discurso agresivo, los métodos combativos, las trampas y las mentiras. Pero ha quedado claro que el cocalero prófugo está dispuesto a todo menos a perder su sitial de caudillo y toma sus decisiones al calor de sus caprichos y por encima de las determinaciones que habían tomado las bases de su partido.
Es posible que detrás de estas decisiones, el MAS haya reconocido que lo mejor es replegarse, retirarse a los “cuarteles de invierno” para volver el 2025 con más fuerza y buscar, en medio de la amnesia popular, retomar el poder como lo hizo la argentina Cristina Fernández, una cleptómana de siete leguas que nadie hubiera imaginado en el cargo que hoy ocupa.
Después de lo ocurrido con el ex ministro Carlos Romero, que se encontraba muy cómodo antes de que se dejara pillar por los “pititas”, es posible también que detrás de todo exista algún tipo de concertación con el stablishment actual, hecho que podría quedar claro cuando se posicione el nuevo gobierno que surja de las elecciones del 3 de mayo. El mayor riesgo de esta apuesta a perdedor del MAS es que pueda alentar en la oposición un mayor número de candidaturas.
Es posible que detrás de estas decisiones, el MAS haya reconocido que lo mejor es replegarse, retirarse a los “cuarteles de invierno” para volver el 2025 con más fuerza y buscar, en medio de la amnesia popular, retomar el poder como lo hizo la argentina Cristina Fernández, una cleptómana de siete leguas que nadie hubiera imaginado en el cargo que hoy ocupa.