Medio: Página Siete
Fecha de la publicación: domingo 19 de enero de 2020
Categoría: Debate sobre las democracias
Subcategoría: Repostulación presidencial / 21F
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Carlos Hugo Laruta Sociólogo y Docente de la UMSA
El “quien se cansa, quien se rinde” fue muy eficaz para la movilización y el escenario masivo que sancionó el enorme fraude electoral del MAS, que pagó con la renuncia de Evo Morales.
Pero ahora, la pregunta masiva es ¿quién conduce el proceso venidero? Para responderla adecuadamente, primero se debe entender bien qué es lo que se fue y que debe quedarse de eso.
1. La densa acumulación histórica del MAS.
Algunos, se asustan de que el MAS tenga hoy el 20 % de aparente apoyo electoral. Olvidan que el MAS-IPSP es producto de un largo proceso histórico de acumulación de fuerzas sociales, políticas e ideológicas, y que tiene relación con la historia boliviana.
En sus individualidades ideológicas, trotskystas como Filemón, marxistas-maoístas como García Linera y el EGTK, marxistas clásicos del PC como Rada y su gente, los del exPS-1, los radicales del MNRI, MIR Masas, Eje Pachacuti, etcétera; los indianistas como el viceministro Cárdenas, varios kataristas, e intelectuales de ONG, conformaron el MAS. Es el izquierdismo populista y autoritario del siglo XX que gobernó con Evo.
Pero su fortaleza social es lo más permanente. Se basó en las huestes de exmineros quechuas y aymaras relocalizados del Chapare cocalero, muchos niveles dirigenciales y amplias bases sociales de las poderosas, piramidales, extendidas y enormes CSUTCB, Bartolinas, Colonizadores, mineros, cooperativistas, maestros rurales, FEJUVE, etcétera, todos ellos campesinos indígenas y migrantes.
Ojo, el MAS-IPSP no es un accidente histórico ni sólo la maldad encarnada. Y, al articular ese mundo intelectual izquierdista y el vasto sindicalismo social señalado, fue parte del gradual proceso de ciudadanización masiva e inclusión del mundo indígena-mestizo, con sus luces y sombras, que el propio 52 había iniciado.
2. El resquebrajamiento y fractura del MAS-IPSP.
Desde 2010, el inmenso bloque social del MAS-IPSP se resquebrajó gradualmente. La fracasada elección Judicial de 2011, la represión a los indígenas en Chaparina, las muertes en Caranavi y, desde 2014, el crecimiento y victoria electoral de la oposición en El Alto, Quillacollo, Sucre, Beni, mostró que el MAS se debilitaba. Trató de controlarlo creando organizaciones paralelas, pero perdió a la CIDOB, CONAMAQ, Tupak Katari de La Paz, Productores de Coca yungueños, etcétera. En ese desgaste, la oposición partidaria (UN, MDS, UD) jugó un importante papel, ni duda cabe.
Pero lo más grave fue lo del 21F y el intento de reelección indefinida de Evo. Sumando las críticas a las facetas políticas y éticas de la relación Evo-Gabriela, apareció la ciudadanía urbana, la vieja clase media y varios segmentos de la nueva clase media indígena-mestiza, que por medio de la ciber política de las redes sociales, logró ampliar el NO y vencer electoralmente al MAS. A partir de ahí todo fue cuesta abajo para el partid de Evo.
Así, 2016 marca el cambio casi definitivo en la correlación de fuerzas sociopolíticas. Se desmoronaba el poderoso bloque social del MAS-IPSP y, apremiado, diseñó una suicida estrategia de permanencia en el poder aún a costa de la democracia misma.
3. Bolivia es espacial y étnicamente diversa.
Que Bolivia es étnicamente diversa no hay duda, aunque las fronteras étnicas sean francamente discutibles. Pero sus desigualdades espaciales (oriente-occidente) y étnicas (indígenas-mestizos-no indígenas) están estrechamente interrelacionadas, y se enfatizan por la hiperconcentración étnica diferenciada entre oriente y occidente, a pesar de la alta movilidad y dispersión nacional de los quechuas y los aymaras.
Y como resultado de su historia y de lucha contra esas desigualdades, Bolivia es hoy Autonómica (9 departamentos y 337 municipios autónomos) y Plurinacional (3 autonomías indígenas semifederales). Este modelo estatal parece haber cristalizado como el modo de disminuir esas desigualdades y, en su diseño central, tiene su eje en el crecimiento del ingreso económico y la redistribución social. Si se mantiene este impulso de lucha contra las desigualdades, sin duda que debe mantenerse lo Plurinacional y Autonómico como rieles de un tren que orienta a Bolivia en el siglo XXI.
Lo que debe evitarse a toda costa y bajo cualquier concepto o interés, es que esas desigualdades permanezcan y obliguen a ciertos sectores sociales a quedarse atrapados en la inmovilidad espacial y social. Si los espacios y grupos privilegiados avanzan, mientras que otros recaen, o se mantienen en el círculo vicioso de la pobreza, el Estado Plurinacional con autonomías y la democracia corren riesgo. Romper ese círculo de polaridades de desarrollo, es el imperativo para avanzar en el siglo XXI.
4. ¿Quien conducirá a la Bolivia diversa?
Ya quedó claro en el magnífico N2019 que la gran debilidad del MAS fue no ver al otro hijo del 52, a la enorme clase media urbana del siglo XXI, que aparece ahora como la fortaleza de la igualdad nacional más allá de las diversidades espaciales y étnicas, pues ha vivido amplia y masivamente la inclusión social, económica y cultural, junto al crecimiento de El Alto y capitales de departamento, al gradual acceso masivo a los medios de comunicación, y al boom del acceso a internet que, al transversalizar la información, logra interconectar a las clases medias disolviendo los rasgos más fuertes de sus diferencias.
Si en el periodo que se fue, en lo real y en lo ficticio, el conductor del proceso fue el campesino-indígena, en el postevismo recae en las clases medias urbanas la responsabilidad de conducir el nuevo proceso. La única condición crucial es la firme decisión de no exclusión espacial ni étnica, y tomar acciones frontales para el acortamiento de las desigualdades, a través de un novedoso programa de fuerte inclusión socioeconómica, igualdad de oportunidades, respeto a la naturaleza y plena confianza en los hombres, mujeres y jóvenes proyectados hacia el tecnológico siglo XXI.
Las clases medias urbanas, viejas y nuevas, ya dieron su aporte. Si se quiere que Bolivia avance en democracia en el siglo XXI sin riesgos de nuevos populismos autoritarios, el siguiente líder conductor deberá sintonizar con lo que el 21F y N2019 representan; simbólicamente, debe acercar y nivelar a los jóvenes que preguntaron “¿por qué se cuerren?” con los otros que gritaron “¿quién se rinde?”. Bolivia no puede darse el lujo ni de cansarse, ni de rendirse ni de dejar de correr en su búsqueda de libertad, pero con justicia social.