En Bolivia se constata la institucionalización de la corrupción. Hay carencia de ética de servidores públicos, jerárquicos, falta transparencia. Lo confirman incluso denuncias públicas internacionales.

La corrupción afecta a la democracia. Este fenómeno social complejo funciona a través de redes y complicidades entre quienes ejercen el poder deshonestamente. Está insertada en casi todo el ámbito del gobierno, con abuso del poder público con fines perversos. Al reflexionar sobre la corrupción me interesa develar lo oculto en ella, la penosa falta de ética y la pérdida de valores.

Según psicoanalistas, “los corruptos viven en una pobreza ética, afectiva y emocional, apropiándose de todo lo posible, incluyendo personas”. En tal sentido, es importante diferenciar lo psicológico de lo social, dependiendo de la educación y los valores inculcados en el hogar si se va a tender a lo negativo o a lo positivo. Corrupción es “el uso indebido del poder para obtener beneficios, violando la ley y afectando los derechos fundamentales de la persona”. Se incurre en corrupción al comprar voluntades y hacer uso indebidamente de información privilegiada por el cargo y cometer fraude contable y encubrimiento. La ausencia de control facilita mucho la corrupción.

La corrupción es un grave problema para los gobiernos y especialmente en Bolivia ha calado en las instituciones públicas. Parece funcionar como un conglomerado de redes políticas paralelas, donde existe un articulador o articuladores. Cabe señalar que estas redes de corrupción han surgido en el marco del modelo de gobierno actual, por normas flexibles, que toleran y amparan la impunidad.

Para muchos “Bolivia está viviendo la peor corrupción”, por su gravedad y generalización. Impera en el actual régimen político, en un país con el 50% de pobreza y 20% de extrema pobreza, desocupación, carencia de empleo para profesionales, inseguridad jurídica para inversión privada, incremento de la delincuencia y contrabando. Se observa un engranaje perverso, sin límite o escrúpulo, para dar curso a extorsión, violaciones de derechos humanos, control y manipulación de instituciones, compra de medios de comunicación, narcotráfico y complicidad en muchos sectores del país.

Los corruptos han manipulado al Órgano Judicial, con ambición desmedida para continuar en el poder a toda costa, desconociendo la voluntad del Soberano, desoyendo decisiones y recomendaciones de organismos internacionales.

Para distraer se forma comisiones investigadoras, sobre hechos de corrupción, pero con tecnicismos y/o acciones prevaricadoras se dilata los procesos, buscando que los delitos prescriban o que queden impunes, poniendo al descubierto que los órganos de poder están contaminados con el virus de la corrupción.