Medio: El Deber
Fecha de la publicación: martes 14 de enero de 2020
Categoría: Debate sobre las democracias
Subcategoría: Repostulación presidencial / 21F
Dirección Web: Visitar Sitio Web
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Al recordar la Revolución de las Pititas, no deja de impresionar cómo las personas, de manera colaborativa, se mantuvieron constantes hasta alcanzar un paradigma: salvar la democracia. No era extraño pensar por segundos en las consecuencias de que todo fracase (abandonar el país, dejar la familia, etc.). En última instancia, se buscaba que se respeten las reglas: el boliviano del siglo XXI busca que se cumpla lo acordado, a su manera.
A diferencia de otras épocas, Bolivia cuenta con mayor movimiento económico, motivo por el cual no se podía impedir el paso de bienes de primera necesidad, el paro no podía ser tan radical; hacerlo hubiera significado privar de las necesidades básicas y fundamentales a millones de seres humanos que los iban a consumir, y a otros miles que ya los producían. De ahí el atino de incorporar la suficiente flexibilidad que brinda una “pitita” cuando tocaba levantarla al pasar una ambulancia, un carro de alimentos e incluso, algún vehículo de la Policía.
El conflicto armado y el cerco a las ciudades no tienen cabida en la Bolivia del siglo XXI; la integración económica impide la desintegración política. Un economista decía “si no dejas cruzar la mercadería, por esas fronteras pronto cruzarán balas”. Al final, habrá más paz donde haya más libertad económica, sino pregunten a los alcaldes y dirigentes masistas a quienes sus propias bases les arrojaron sus productos podridos por impedir que los puedan vender.
Es entonces que debemos encontrar una filosofía que combine cuatro elementos: la oportunidad de forjar el propio destino, que incluya un paradigma ético, que garantice el cumplimiento de acuerdos y la posibilidad de salir de la pobreza. La condición: que nazca de abajo hacia arriba, tal cual la “Revolución de las Pititas”.
Así las cosas, tal vez corresponda parafrasear a Churchill: sí, en efecto, el liberalismo es el peor sistema que existe, a excepción de todos los demás que se han inventado.