Medio: Opinión
Fecha de la publicación: viernes 20 de abril de 2018
Categoría: Conflictos sociales
Subcategoría: Problemas de gobernabilidad
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El poder del deseo de poder
Son las 7:35 de la mañana y mis dos hijos y yo estamos en el
automóvil, yendo al colegio y organizando el día. La radio, que siempre
nos acompaña, está encendida y el locutor detiene su charla y comienza
la tanda de comerciales; en un coro cómplice los tres cantamos a voz en
cuello las cuñas comerciales de productos y servicios que solo conocemos
por sus anuncios. Pero, de pronto, un inicio nuevo: ¡un comercial que
no conocemos! Guardamos silencio, expectantes esperando el estribillo
para memorizarlo… el nuevo producto radiofónico comienza con una voz que
llama al zapateo, con ritmo de salay, con el nombre y apellido de un
hombre que pide tu voto para las elecciones de Comteco, nos reímos.
La
desesperación por ejercer el poder se ha convertido en tendencia en los
últimos miles de años. El ser humano se endulza fácilmente con el poder
y con el dinero, desde siempre. ¿Todos los seres humanos? No, gracias a
Dios y ese no rotundo alimenta nuestra esperanza. ¿Qué carencias tienen
los seres humanos que aspiran al poder? Ni idea. Pero es probable que,
en el caso de Comteco, tenga que ver con los chismes que circulan sobre
las pantagruélicas reuniones, sobre las jugosas comisiones que cobran,
sobre el poder que tienen sobre los contratos y las coimas que reciben
para aprobarlos (o rechazarlos), charlas de taxi, de pasillo, de calle,
chismes de alguien que es pariente de alguien, que es amigo de alguien,
que estuvo en el Consejo de Administración algún año.
Lo único
cierto es que desde hace unos 10 años, las elecciones de Comteco se han
convertido en el espacio deseado por todos aquellos que creen que algo
de esas charlas de pasillo es cierto y, peor aún, que necesitan esa
sensación de poder o de ese dinero aparentemente fácil para ser felices.
En el ideario de nuestra sociedad, se premia la “viveza criolla” y
vivimos pensando cómo saltarnos las reglas de la buena convivencia: cómo
evitar la cola, fijarnos si viene un automóvil en vez de fijarnos en el
semáforo, buscando cómo ganar dinero sin trabajar, usando el cargo para
evitar pagar por servicios, encontrando algún artilugio legal para
robar o prometiendo cosas que sabemos que no cumpliremos solamente para
ganar una elección.
La papeleta para las elecciones de Comteco
tiene 15 candidatos al Consejo de Vigilancia y 23 al Consejo de
Administración: 38 personas que quieren tener un cargo en la cooperativa
más grande de Cochabamba
(con más de cien mil socios). ¿Por qué desconfiar de esas personas?
¿Será por mi envidia qhochala? ¿Por el desgaste que, desde siempre, han
tenido los políticos en nuestro país? ¿Por los chismes de todo lo que se
habrían robado de esta cooperativa con viveza criolla? No, no es
desconfianza: es tristeza.
Me causa tristeza cuando veo los
patéticos intentos de candidatos a puestos públicos por obtener el voto
del ciudadano. Cuando todos hablan de integridad, honestidad,
eficiencia, transparencia y otros valores abstractos y basan sus
expectativas de victoria en la imagen de un ciudadano crédulo y
dispuesto a darle el voto a cualquiera sin importar si tiene la
capacidad mínima para el cargo al que se postula. Mi abuela siempre
decía que si quieres saber qué es lo que le falta a una persona hay que
escuchar cuáles son los valores que se autoatribuye y por eso mis hijos
de 13 y 9 años reían… porque a su edad ya intuyen lo que decía mi
abuela.