Medio: Página Siete
Fecha de la publicación: martes 17 de abril de 2018
Categoría: Debate sobre las democracias
Subcategoría: Repostulación presidencial / 21F
Dirección Web: Visitar Sitio Web
Lead
Contenido
Editorial
Reelección y la posición de la OEA
Conforme pasa el tiempo, más evidente es la poca aceptación internacional que recoge la idea de la repostulación del presidente Evo Morales. La idea de que la reelección indefinida de un presidente es un “derecho humano” no consigue ser aceptada como razonable pues, como el sentido común señala, el poner límite al poder de los políticos es casi un principio universal destinado a proteger a los ciudadanos de los excesos y preservar la democracia.
El límite a las gestiones que pueden cumplir quienes gozan de cargos
electos está presente en todos los ámbitos, desde los jefes de
sindicatos hasta los rectores de universidades, pasando por alcaldes y
concejales.
De modo que la decisión del Gobierno boliviano de tener como un
candidato permanente a quien es Presidente del país por más de una
década, ha obligado a organismos internacionales a desempolvar sus
libros sobre derechos y ejercicio de poder, para contrarrestar con
argumentos académicos, jurídicos y filosóficos que en un sistema
presidencialista el Jefe de Estado debe gobernar por un tiempo y luego
irse a su casa.
El secretario general de la Organización de Estados Americanos (OEA),
Luis Almagro, llegó a esa conclusión. Tras recibir el informe de la
Comisión de Venecia, instancia europea a la que pidió una opinión al
respecto, expresó que “la reelección presidencial no es un derecho
humano e impedir la reelección no limita los derechos de los
candidatos”.
Es interesante que el Gobierno haya recurrido al Pacto de San José, que
regula los derechos humanos y políticos de los ciudadanos de las
Américas, precisamente para intentar demostrar que el “derecho humano”
de Morales le sirve para permanecer indefinidamente en el poder. Y
ahora, quien representa al Pacto de San José, es decir la OEA, por
intermedio de su secretario general, acaba de decir que eso no es
correcto.
La opinión de Almagro no es vinculante y el Gobierno boliviano, con certeza, no la tomará en cuenta.
Pero sin duda demuestra la inconsistencia del argumento de las autoridades oficialistas, algo que ya era obvio cuando fue presentado, pero que ahora ha sido rechazado por la institución a la que ellos recurrieron.
Para rematar, el ministro de Justicia, Héctor Arce, cometió
aparentemente un gafe al rechazar la declaración de Almagro y decir que
sólo la CIDH y la Corte Interamericana pueden interpretar el Pacto de
San José. Si eso es así ¿cómo es que el Tribunal Constitucional
Plurinacional lo hizo al aprobar la reelección indefinida de Evo
Morales? Son los enredos en los que se meten los políticos que se
resisten a dejar el poder y pasar la posta a nuevas alternativas
políticas.