Medio: Página Siete
Fecha de la publicación: domingo 15 de abril de 2018
Categoría: Órganos del poder público
Subcategoría: Órgano Ejecutivo
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Tuto Quiroga sabe lo que es jugar con Evo y contra Evo
Está divorciado y nuevamente emparejado. Quiroga
no tiene bienes a su nombre, salvo un Honda del 98 que está anotado en
la Corte Suprema.
Tuto Quiroga y Evo Morales son los eternos rivales de la política boliviana, desde aquel enero de 2002 en que el ahora Presidente de los bolivianos, que para entonces era el parlamentario más votado del país, fue expulsado del Congreso por la mayoría tutista.
Pero, lo que tal vez muchos no saben es que Evo y Tuto jugaron en el mismo equipo unas ocho o 10 veces (equipo de fútbol, claro está). Que Leopoldo Fernández, exprefecto de Pando y exjugador del Bolívar, fue el entrenador de ambos. Que Evo, en la presentación de los alegatos ante la Corte Internacional de Justicia de La Haya (CIJ) desafió a Tuto a una carrera y que le habría dicho que el perdedor debe afiliarse en el partido contrario.
Siempre, según la versión de Tuto, él dijo haberle respondido que es una mejor idea que el perdedor respete los resultados del 21F. No hubo carrera por tanto, tampoco habrá sorpresas políticas.
Aquel 2002, la violencia en el Chapare había derivado en el asesinato de los esposos Andrade, y todos los dedos oficialistas apuntaban al líder cocalero y parlamentario Evo Morales, a quien expulsaron del Congreso por ese motivo.
Pero, no siempre había sido así, en días más felices, Tuto y Evo jugaban fútbol en el equipo del Legislativo y el Ejecutivo contra los periodistas. Lo hacían en Sucre y en La Paz. Y, tiempo después, cuando los papeles se invirtieron, Evo volvió a desafiar a Tuto a un encuentro deportivo. “Cuando esté disponible el entrenador, con gusto vamos”, dice Tuto que le respondió. Fernández está detenido (ahora tiene domiciliaria) desde el 2008 por los enfrentamientos de Porvenir.
La rivalidad de Tuto con Evo ha ido creciendo con el pasar de los años. El 2005 Quiroga trató de volver a la Presidencia, pero ya no pudo porque Morales le ganó con el 53,7% de los votos. Cumplía así la promesa de Tupac Katari de volver convertido en millones.
Poco después, Tuto inició una campaña internacional en contra de los regímenes populistas y poco a poco se fue convirtiendo en un rabioso antichavista y antievista. Para Tuto, Evo es ahora “el minimaduro” convertido en “tirano”. Morales devuelve gentilezas al llamarlo “vendepatria” y “cachorro de la dictadura”.
Tuto es ahora un eterno viajero y sus periplos más mediáticos tienen como destino los países del ALBA, donde no pasa inadvertido porque desata pasiones a favor o en contra.
Recuerda que el 2007, Hugo Chávez, ahora fallecido, inauguró con él “un cuartito en Maiquetía”, es decir, un recinto de retención donde los “no amigos” permanecían un par de horas. Una vez salvado el percance, en épocas electorales Tuto se adentraba en los recintos de tradición chavista donde dice que sentía la hostilidad con insultos y rechiflas. El 2016 estuvo nuevamente por esos distritos y fue aclamado como si el candidato fuera él.
También cambió el trato en los aeropuertos, dice. Los funcionarios de migración que antes lo requisaban con rigor, ahora se agachan para revisar los calcetines y zapatos (parte de la rutina que dura una hora) y sin levantar los ojos le dicen: “Gracias por venir. No se lo puedo decir de frente porque me están filmando”.
En esas idas y venidas, el año 2017, Nicolás Maduro declaró personas no gratas a Tuto, Pastrana, Laura Chinchilla y Vicente Fox. Tuto espera que le envíen la declaratoria por escrito para colgarla en su sala.
Los cubanos no se andan con tantas delicadezas como los venezolanos. Este año retuvieron y filmaron por tres horas a Tuto y al expresidente colombiano, Andrés Pastrana, para luego deportarlos. Los declararon “no admisibles”, pese al pasaporte diplomático que portaban.
Hoy por hoy, es más frecuente ver a Tuto en las noticias internacionales que nacionales. Pareciera que no vive en Bolivia. Él dice que sí, que radica en la zona Sur de La Paz en un departamento alquilado y que viaja entre ocho a 10 días cada mes porque debe atender sus obligaciones en el exterior: directorios de instituciones internacionales, conferencias, observación electoral, entre otras actividades. Calcula que hace unos 16 viajes al año, lo que a él le parece poco.
Quiroga es miembro del directorio del Club de Madrid, del Diálogo Interamericano, Freedom House de Washington, Foro Asia América Latina, Foro Iberoamérica, grupo Concordia y hasta la biblioteca de Alejandría en Egipto, donde se jacta de ser el primer latino en haber ingresado. En síntesis, le va muy bien económicamente, deducimos.
Él dice que “tranquilo”, aunque hay algunas entidades que sólo le cubren pasajes y hotel. En todo caso, Quiroga como los otros expresidentes recibe una renta del Estado. Afirma que todos sus bienes fueron vendidos para crear un fondo destinado a financiar la educación de sus cuatro hijos.
Él no lo dice, pero todo indica que así salvó sus bienes de la anotación preventiva en la justicia boliviana, donde está registrado el único patrimonio a su nombre: un vehículo Honda del 98.
Cuando habla de los sinsabores de ser un opositor, Quiroga dice que es el único expresidente constitucional que tiene que firmar un libro cada primer lunes de mes en la Fiscalía de La Paz y que, cada vez que viaja, debe informar a las autoridades.
El expresidente enfrenta un juicio de responsabilidades junto a Gonzalo Sánchez de Lozada por los petrocontratos por no haber remitido para su aval al Congreso un contrato de exploración petrolera en el bloque Aquío-Incahuasi.
Él repara en una ironía. Dice que el pozo Incahuasi es el único descubrimiento en los 12 años del Gobierno, tal es así que Morales ha ido “cinco o seis veces” a festejar, mientras que él no conoce. “Con lo que celebra, él me quiere meter preso”, compara. Este juicio está firmado por Evo Morales, su viejo rival, y patrocinado por Héctor Arce, el actual ministro de Justicia.
Otro juicio que enfrentó Quiroga es por calumnia, injuria y difamación, que le siguió el Banco Unión por supuesto daño a la reputación, pues Quiroga había denunciado que esa entidad era “la lavandería chavista”. Por ese caso, Quiroga fue sentenciado a dos años y ocho meses de cárcel, aunque luego el caso prescribió.
Sólo, pero no tanto
Quiroga está divorciado desde 2008, según dijo a otros medios, porque su exesposa, Virginia Guillum, no soportó la presión política en el marco de la aprobación de la nueva Constitución.
La exprimera dama ahora vive en su natal Texas (EEUU) con el hijo menor, aquel bebé que nació cuando Quiroga era vicepresidente y que está a punto de ingresar a la Universidad a estudiar Historia.
Las tres hijas mayores ya son profesionales, dos de ellas casadas y ninguna con hijos. La mayor heredó el gusto por la ingeniería informática de su padre y ahora trabaja en Google en California.
Quiroga está nuevamente emparejado, esta vez con una cochabambina. No quiere dar más detalles, pero para mayores señas, es una rubia que también se está dando una nueva oportunidad en la vida.
Donde no busca otra oportunidad es en su carrera. Insiste en ser político y aunque no quiere decir si candidateará por tercera vez, es obvio que está trabajando para eso.
Entre ataque y ataque a los presidentes del ALBA, entre directorio y directorio, entre entrevista y entrevista, Tuto continúa con su obsesión por el trote. Le acompaña un reloj inteligente Samsung, en el que recibe mensajes de WhatsApp y de Twitter, además de medir la velocidad, los kilómetros logrados y darle el mapa con el destino. Es un hombre del siglo pasado (57 años), pero está conectado a la tecnología como cualquier millennial.