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Medio: Página Siete
Fecha de la publicación: miércoles 11 de abril de 2018
Categoría: Autonomías
Subcategoría: Departamental
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Editorial
El centralismo que acabó con la autonomía
El centralismo en Bolivia está en su momento de mayor auge. Detrás de una etiqueta llamada “Estado plurinacional”, en realidad lo que existe es un Gobierno que concentra, de manera secante, las decisiones y los recursos económicos del país.
En ese sentido, la Fundación Jubileo advirtió que el presupuesto de
inversión del Ministerio de la Presidencia asciende en 2018 a 3.094
millones de bolivianos, cifra un tercio mayor al de las nueve
gobernaciones departamentales juntas, que alcanza a 2.149 millones de
bolivianos.
Jubileo informó que mientras los presupuestos de inversión pública de
municipios y departamentos han bajado, el del Ministerio de la
Presidencia ha aumentado con respecto al del año 2017.
Las gobernaciones experimentaron una caída de 57% en sus ingresos desde
2014, mientras que las alcaldías los vieron reducidos en 33%, debido a
la caída de los precios internacionales del petróleo.
En ese mismo sentido, el año pasado, un cálculo estableció que el
Ministerio de la Presidencia tenía un presupuesto anual similar al de
otros 14 ministerios.
Ese año, el Ministerio de Justicia, por ejemplo, recibió 37,9 millones,
es decir 1,3% de lo que administró Presidencia, que tiene 70 veces más
presupuesto que cinco carteras de Estado.
Ese Ministerio controla los gastos del programa Bolivia Cambia, Evo Cumple, dedicado a hacer obras en todo el país, con énfasis en canchas deportivas y coliseos.
El manejo fiscal del Ejecutivo ha hecho que la descentralización
administrativa sea sólo una quimera, y le ha dado la mayor parte de los
recursos para libre disponibilidad del presidente Evo Morales. El
desembolso de los fondos del programa Evo Cumple requiere escasos
requisitos y, una vez que las obras han sido asignadas, los controles
son también reducidos.
Ha habido numerosas ocasiones en las que las obras quedaron inconclusas o
ni siquiera fueron iniciadas. La mala calidad de las mismas es también
un rasgo común.
El rol de “alcaldes” del Presidente y Vicepresidente, “trastoca” toda la
estructura del supuesto proceso autonómico del país. El Gobierno le
quita recursos a alcaldes y gobernadores para ejecutar las obras que le
corresponderían a esas instituciones.
Este sistema de gasto público se da pese a la reducción de los ingresos
del país, que han caído fuertemente, y que se financia con deuda externa
o usando las reservas internacionales; se mantiene vigente, sin
embargo, para financiar, con dinero de todos los bolivianos, la eterna
“campaña electoral” del régimen, obsesionado por eternizarse en el
poder.