Medio: Página Siete
Fecha de la publicación: miércoles 28 de marzo de 2018
Categoría: Debate sobre las democracias
Subcategoría: Democracia representativa
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Conciencia comprometida
La calidad de nuestra democracia
En términos generales, los académicos e investigadores coinciden que
aspectos como la separación efectiva de los poderes, la vigencia del
Estado de Derecho, la libertad de prensa y de expresión, la acción y
participación libre de las organizaciones de la sociedad, la rendición
de cuentas, el control del poder político, la transparencia en la
administración pública, la legitimidad de las decisiones y las acciones
del gobierno, y el funcionamiento de un sistema probo e idóneo de
justicia, constituyen algunas variables ineludibles al momento de
considerar si una democracia goza de buena salud o si ha sido
subordinada a intereses de grupos o partidos.
En el caso boliviano, si bien no podemos ignorar avances importantes,
como la paridad de género o una mayor inclusión, existen investigaciones
de entidades que gozan de credibilidad y prestigio en todo el mundo,
que muestran evidentes deterioros y retrocesos en todas las variables
señaladas.
Veamos algunos ejemplos:
El Índice de Calidad Institucional 2017, elaborado por las fundaciones
Libertad y Progreso y Friedrich Naumann Stiftung, que mide variables
como la vigencia del Estado de Derecho, rendición de cuentas, libertad
de prensa, corrupción y libertad económica, ubica a Bolivia en el puesto
145 de 190 países, antepenúltimo en Sudamérica. En Estado de Derecho
tenemos uno de los peores índices, solamente superado por Haití y
Venezuela.
El Índice de Estado de Derecho 2017 del World Justice Project, que mide
44 indicadores en temas como límites al poder gubernamental,
transparencia, gobierno abierto, derechos fundamentales, orden y
seguridad, cumplimiento regulatorio, justicia civil y penal, sitúa a
Bolivia en el puesto 106, de 113 países evaluados. En la percepción
sobre la calidad de la justicia, ocupamos el puesto 104, detrás de
Nigeria, Bangladesh y Honduras.
La Clasificación Mundial de la Libertad de Prensa 2017, elaborada por la
Fundación Reporteros sin Fronteras, señala que Bolivia ocupa el puesto
107 de 180 países. El análisis incluye censura, presiones, persecución,
negación de información pública, despidos, represión, etcétera.
Descendimos diez puestos en el último año.
El Ranking de Corrupción Gubernamental 2017, publicado por Transparencia
Internacional, sitúa a Bolivia en la posición 112 de 180 países
analizados.
En su reporte correspondiente a 2016, sobre el estado de las democracias
en el mundo, el diario británico The Economist concluyó que Bolivia
tuvo el peor indicador en los últimos diez años en el nivel de su
democracia, con una puntuación de 5,63 sobre 10, y mantuvo su
clasificación como “democracia híbrida”. Según el informe, existen
irregularidades sustanciales en las elecciones que las alejan de ser
libres o justas; el gobierno presiona a los partidos de oposición, el
Estado de Derecho es débil y el Poder Judicial no es plenamente
independiente.
Estos datos son coincidentes con la percepción interna ya que, según el
Informe 2017 del Latinobarómetro, sólo el 35% de los bolivianos están
satisfechos con la democracia; el 56% cree que se gobierna para grupos
poderosos en su propio beneficio; sólo el 32% cree que el gobierno
cumple sus promesas y el 24% que se fiscaliza al poder.
Al margen de estos resultados, de por sí alarmantes, la calidad de
nuestra democracia debe medirse también por el grado de cumplimiento y
respeto a la Constitución Política y la vigencia plena de los derechos
humanos.
Lamentablemente, casos como la Sentencia 084/2017 del Tribunal
Constitucional y la negación de la voluntad popular expresada el 21F
muestran que en Bolivia estamos avanzando hacia un deterioro progresivo
de la democracia en todas sus formas, lo que puede terminar en una
conculcación de nuestras libertades fundamentales.
Rolando Villena Villegas fue Defensor del Pueblo y es miembro del CONADE.