Medio: El Día
Fecha de la publicación: domingo 15 de septiembre de 2019
Categoría: Procesos electorales
Subcategoría: Elecciones nacionales
Dirección Web: Visitar Sitio Web
Lead
Contenido
Nuevamente, los dislates perpetrados por los impresentables del “Tribunal” Electoral –dicen que son tan bomberos, que debieran estar en la Chiquitania- esta vez con motivo de la difusión de unas encuestas en las que su amo no sale bien parado y sus desesperados intentos de aplicar censura previa, traen a colación las emergencias y, especialmente, reales posibilidades, para recurrir a ese esperpento contra la libertad de expresión y pensamiento.
Aunque cayendo en mí ya crónica ingenuidad constitucional, recordemos que su art. 21 consagra entre nuestros derechos civiles y políticos, el expresar y difundir libremente pensamientos u opiniones por cualquier medio de comunicación, de forma oral, escrita o visual, individual o colectiva y, acceder a la información, interpretarla, analizarla y comunicarla, libremente, sea individual o colectivamente. Más adelante, la misma CPE proclama que el estado nos garantiza a todos los ciudadanos el derecho a la libertad de expresión, de opinión y de información, a la rectificación y a la réplica, y el derecho a emitir libremente nuestras ideas por cualquier medio de difusión, sin censura previa.
La Convención Americana de DDHH, sienta el principio rector en sentido que toda persona tiene derecho a la libertad de pensamiento y de expresión, que comprende la libertad de buscar, recibir y difundir informaciones e ideas de toda índole por cualquier procedimiento y, que su ejercicio no puede estar sujeto a previa censura, sino a responsabilidades ulteriores, que deben estar expresamente fijadas por la ley y ser necesarias para asegurar el respeto a los derechos, la reputación de los demás, la protección de la seguridad nacional, el orden público, la salud o la moral públicas.
De ahí que, por mucho que los derechos no sean absolutos, constituye un soberano absurdo que alguna ley –de menor jerarquía que la CPE y la CADH- pretendan regular la difusión de encuestas, en realidad, la libre circulación de ideas, y peor, que unos sujetos entren en pánico por ello, salvando casos de cretinismo ejecutoriado.
Pero… más allá de aquellas consideraciones constitucionales, convencionales o legales que dado el avanzado estado de descomposición estatal e institucional parecen ya exotismos completamente ajenos para el plurinashonal; afirmo que una vez más cabría darle mucho crédito a GOETHE cuando escribió que la ley puede ser muy dura, pero peor es la realidad.
¿Realmente hoy en pleno apogeo de la sociedad del conocimiento podrá aplicarse censura previa a alguna idea, información, incluso a un meme? Sencillamente es, imposible. Para bien o para mal, pues siempre caben esas posibilidades extremas, acaece que por mucho esfuerzo que algún patético comisario pueda intentar, sus intentos serán simplemente infructuosos, quedando condenados al fracaso y, pondrán en ridículo, al burdo censor.
La actual sociedad del conocimiento (Drucker) con sus nuevas tecnologías de información y comunicación que han construido fabulosas autopistas para la libre circulación de la información, han posibilitado sin exagerar en lo mínimo, que desde un Smartphone toda persona puede acceder a datos desde cualquier lugar del mundo, en segundos y, de la misma manera, procesarlos, reproducirlos y reenviarlos hacia cualesquier otro (Twitter, Facebook, etc), así como las aplicaciones Whatsapp, Messenger y otras, están enviando a la jubilación a la censura previa.
La mejor prueba es que la temible encuesta, por muchos esfuerzos, amenazas y castigos torpe y desesperadamente anunciados, ha circulado ampliamente en cuestión de segundos por las redes, siendo multiplicada por los ciudadanos libres que no estamos para atarle los whatos a cualquier tirano, dejando al borden del ataque al caudillo y a sus secuaces del electoral. Lo único que ha logrado entonces, es probar nuevamente más allá de toda duda razonable la naturaleza absolutamente autoritaria del régimen y la tosca prostitución del árbitro electoral. Es que, FELLINI decía: “La censura es la publicidad pagada por el gobierno”.