Los estrategas de campaña electoral del MAS aconsejaron a Morales que, en sus continuos discursos, relieve los logros de su gestión tanto como oculte sus fracasos.
Empero, esta recomendación tiene un problema no menor: Morales ya no puede acusar a los gobiernos anteriores de los problemas actuales por los que hoy pasa el país. 
Esto es lo que pasa a propósito del incendio en la región cruceña (que ya ha causado un destrozo natural y medio ambiental que llega a medio millón de hectáreas afectadas y gran parte del bosque de la Chiquitanía destruido de manera irremediable). La incapacidad de los organismos de emergencia para detener el fuego, la falta de mecanismos de alerta temprana, la ausencia de leyes al respecto, y una serie de sospechas de entrega y reparto de tierras con fines prebendales, hacen pesar que, en realidad, en estos años de gestión, en este aspecto, no hubo el más mínimo atisbo de cambio estructural. Esto no puede atribuirse a ninguna otra gestión de gobierno anterior que no sea la del MAS.
El problema para los estrategas de la indefinida reelección de Morales es hacer que este ejemplo no se aplique también para otras áreas como salud, educación y justicia que, al igual que el tema de la protección de la naturaleza, no han recibido atención de parte del gobierno, o no otra que no sea la coyuntural, de corto plazo y resumida casi exclusivamente a la construcción de edificios y creación de cargos para una burocracia cada vez más grande, lenta y pesada. 
Hoy el desafío de Morales consiste en apagar el incendio cuanto antes, despacharlo al olvido, hacer del mismo un hecho aislado, ajeno al gobierno y volver al juego discursivo electoral, que consiste en mostrar las obras de infraestructura que se construyó en los trece años de gestión del MAS, junto con la sobreexposición del mantenimiento y crecimiento de las políticas de redistribución del ingreso.