Más de la mitad del país ha paralizado durante toda una jornada y Santa Cruz lo hubiera hecho con la misma contundencia, de no haber sido por el mayúsculo desastre que está viviendo una amplia región del departamento, emergencia que necesita de la solidaridad de todos.

La Paz, Cochabamba, Oruro y Tarija son suficientemente representativos del compromiso que mantiene la población con la democracia y al mismo tiempo, el rechazo al intento del régimen de convertirse en una dictadura, lo que sin duda alguna significará no sólo el regreso de la represión y la violación a los derechos humanos, sino el progresivo deterioro social y económico del país, que necesita de una urgente intervención de racionalidad y cordura administrativa, algo que el régimen actual no es capaz de ofrecer, mucho menos en el contexto de un proceso autoritario e inconstitucional.

El consenso de este miércoles es la ratificación de la misma expresión que se hizo voto y decisión soberana el 21 de febrero de 2016, la más alta manifestación de la democracia y del estado de derecho, que el régimen se empeña en desconocer con una soltura que resulta peligrosa. Nadie puede anticipar las consecuencias que se pueden desencadenar cuando el pueblo es traicionado e ignorado de esta manera, mucho más cuando las previsiones electorales no son del todo alentadoras para el oficialismo, que prepara un arsenal de trampas para contrarrestar los contratiempos que se puedan dar en las urnas.

Pese a esta fuerza ciudadana que está dispuesta a seguir luchando por la democracia, no existe el convencimiento de que el 20 de octubre se consiga el suficiente caudal de voto que le indique al binomio ilegal que su final ha llegado y que no tiene otra alternativa más que respetar las leyes y la constitución.

A la ciudadanía le importa la democracia, rechaza cualquier intento de volver al pasado dictatorial y quiere vivir en paz y en pleno respeto de los derechos humanos. Pero la experiencia argentina nos muestra claramente que la gente no sólo vota con el cerebro sino también con el bolsillo y para ellos, el retorno de Cristina Fernández al poder puede ser sinónimo de una mejora de la situación económica, aunque eso no sea más que un espejismo, pues los datos objetivos y el análisis equilibrado nos indica todo lo contrario.

En otras palabras, a los candidatos de la oposición bolivianos les está faltando claridad y fuerza para mostrar el verdadero riesgo en el que se encuentra el país, la incapacidad del Gobierno para salir de la zona de peligro y la ruta que se debe seguir para evitar el mismo destino de algunos vecinos. Mauricio Macri cometió el error de no contarle la cruda verdad a la ciudadanía, no mostrarle cómo había dejado el país el populismo y cuál era la remedio (desagradable y doloroso) para evitar la convulsión que se vive en estos días. En Bolivia tenemos la oportunidad de hacerlo ver de manera anticipada, pero a veces da la impresión de que la consigna es la tibieza.

A los candidatos de la oposición bolivianos les está faltando claridad y fuerza para mostrar el verdadero riesgo en el que se encuentra el país, la incapacidad del Gobierno para salir de la zona de peligro y la ruta que se debe seguir para evitar el mismo destino de algunas naciones vecinas