Medio: Página Siete
Fecha de la publicación: miércoles 14 de marzo de 2018
Categoría: Órganos del poder público
Subcategoría: Órgano Ejecutivo
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Promesas: palabrería
Casi todos los gobiernos, cuando suben al poder y en especial en su fase de campaña electoral, hacen centenas de promesas pero las más de las veces no las cumplen. No lo hacen porque fueron excesivas, por no poder avanzar en la dirección de lo ofertado o por las condiciones difíciles para su cumplimiento, sino porque, lo que es más grave, simplemente, no creían en lo que ofertaban.
Prometían el cielo para ganar el voto, pero no creían en lo que
ofrecían. El gobierno del MAS ofertó cambiar la lógica de mercado y
colocar en su lugar la reciprocidad, archivar lo que huela a iniciativa
privada. Pero cuando se ve a sus principales soportes sociales
-cocaleros, gremiales, transportistas-, se advierte que el Estado opera
en favor de ellos. Así pues, se puede advertir que la lógica de mercado
prevalece sobre cualquier idea de reciprocidad.
Los cocaleros, bastión del masismo, son profundamente neoliberales. Se mueven por las señales del mercado, no desean intervención estatal y ni hablar de temas de reciprocidad cuando su producto, la coca y sus derivados ilegales, se dirigen hacia donde van las señales de un mercado no sólo interno, sino global.
La lógica productiva de los cooperativistas mineros o las que guían a
los chuteros, choferes o gremiales, también está signada por los signos
de las lógicas de mercado, no por la reciprocidad, ni el comunitarismo;
cuando más, este último sirve para proteger a muchos neoliberales que
actúan en marcos de la ilegalidad.
Y no hablemos de la burguesía agropecuaria de oriente, uno de los
principales aliados del Gobierno; ella es amante de la lógica de
mercado, de las exportaciones; ella tiñe con los colores del amor del
mercado a todo el Gobierno.
Todo el mundo de los transportistas, urbanos, interprovinciales,
interdepartamentales o internacionales, junto a las decenas de miles de
miles de gremiales, se mueve al ritmo de la iniciativa privada y no bajo
el comando del comunitarismo o la reciprocidad; los dominios de todos
esos son profundamente neoliberales.
Ninguno de esos sectores comulga con el comunitarismo ni la
reciprocidad; en ellos el motor de sus actividades radica en la sed de
ganancia capitalista. En el campo de la minería, no es el estatismo
económico, no es Huanuni, ni Colquiri quienes poseen más actividad
económica, ni quienes exportan más; eso está en manos privadas, de
empresas internacionales, como sucede con San Cristóbal. La actividad
de los cooperativistas es también de sujetos de iniciativa privada,
bendecidos por la acción gubernamental que los exime de muchos
impuestos, porque simplemente cuando el Gobierno los necesitó; esos
cooperativistas actuaron como milicias para estatales.
En el campo de la producción agropecuaria, las posibilidades de la
seguridad alimentaria se fundan en las acciones empresariales, en
negocios privados de la burguesía agropecuaria cruceña, con la cual está
aliada el Gobierno del MAS. A esa burguesía el Estado la exime del
cumplimiento de la función económica social de la tierra, a esos
empresarios se les amplía irracionalmente la frontera agrícola. La misma
seguridad alimentaria depende en buen grado de otra actividad privada,
de la ganadería beniana, que no es para nada una organización
comunitaria, ni basada en la lógica de la reciprocidad.
El MAS y su gobierno prometieron sacar al país de la dependencia de la venta de las materias primas. Afirmaron que alejarían el patrón primario exportador y que construirían un país fundado en la creación de valor agregado, emergente de una vigorosa industrialización. En 12 años de la instalación del proceso de cambio ¿qué ha cambiado con relación a estas promesas? Antes, del total de las exportaciones, un 67% correspondía a materias primas, ahora de la mano del boom de los minerales, y junto a la existencia de precios altos de los hidrocarburos administrados por el MAS, el 80% de las exportaciones depende de la venta de materias primas; somos más extractivistas que antes. Es decir que, a pesar de lo ofertado, hoy Bolivia es un país más primario exportador; es decir, que el patrón de desarrollo no se ha modificado, antes bien se ha profundizado su sesgo de dependencia de la venta de materias primas.
Y el cherry de la torta radica en su oferta de crear el hombre nuevo,
de generar transparencia en el manejo de la administración pública. Hoy
la corrupción en el manejo de los fondos estatales es excesiva, rebasa a
distancias siderales a los pecados cometidos por el neoliberalismo. Las
promesa quedaron en nada, porque lo único que persigue el MAS es
mantenerse en el poder eternamente, así sea violando la Constitución y
la voluntad popular sellada el 21 de febrero de 2016.
Carlos Toranzo Roca es economista y analista.