Medio: ANF
Fecha de la publicación: sábado 10 de marzo de 2018
Categoría: Organizaciones Políticas
Subcategoría: Renovación dirigencias
Dirección Web: Visitar Sitio Web
Lead
Contenido
La última noche de la oposición partidaria
Las últimas semanas vemos como políticos, activistas, analistas, comentaristas y demás yerbas afines, se afanan por dejar en claro que la política en este país se define a partir del termómetro en la calle. Sumado a esto cabría añadir de que las redes ayudan sí, pero no definen; si quieren para ponerlo en lenguaje sofisticado: las redes sociales influyen pero no tienen poder.Sin embargo, la calle al mismo tiempo que puede ser la respuesta, no nos obliga demasiado a ser estrategas de la política, y aún pensando que la calle es determinante, al final no hay que olvidarse que nuestros problemas (salvo casos de crisis de Estado tipo 2003) desde principios de los años 80s en este país los llevamos resolviendo en las urnas.
Es decir, la democracia participativa y directa, al final no es lo que nos ayudó a llegar hasta este punto, es la democracia representativa la respuesta. Cuando menciono entonces lo representativo estoy refiriéndome a aquella frase de un clásico de la ciencia política: los partidos políticos son la manifestación racionalizada de la democracia participativa.
Si hay algo relacionado con esto y que se encuentra en ese afán ancestral que tenemos de querer reescribir la historia constantemente, es que llevamos por unos buenos años desdeñando y enterrando el papel central que ocupan las organizaciones políticas (léase partidos) como canales de representación de intereses de los ciudadanos.
Tampoco se malentienda la idea y se crea que se busca revivir a los partidos, con sus líderes incluidos, del pasado; se trata de plantear una renovación generacional de la clase política para asegurar que el campo de disputa electoral tenga imágenes nuevas con líderes que le ofrezcan algo que hacer con este país.
Aquí paso al tema pendiente que gira en estas semanas: qué hacer luego del 21F. Considero que lo primero que se debe hacer es establecer un verdadero punto de inflexión respecto a lo político, y este pasa porque aquello que se conoce como plataformas ciudadanas, agrupaciones ciudadanas, grupos de gente de la buena intención democrática, etc… en sus manifiestos públicos establezcan públicamente su crítica hacia la oposición político partidaria que hoy circula y que lleva más o menos el mismo tiempo que el actual gobierno navegando en la política.
Romper de manera
explícita con ese pasado que se resiste a dar un paso al costado a pesar
de sus significativos errores políticos, es la señal más contundente
que podría desenredar el debate y centrarnos en lo que se viene, para
construir país a partir de lo que tenemos a día de hoy.
Tampoco
creo que la suma de voluntades de los líderes que emerjan sea igual a
la cantidad de votos que se pueda recibir, menos hay porque espantarse
que entre las organizaciones políticas que emerjan estén incrustadas
algunas personas de perfil medio político del pasado, porque no se trata
de que un elemento entierra al otro, sino se trata de que un elemento
nuevo para sobrevivir y ganar en política sin duda que va tener que
convivir con parte de lo viejo. Esto en definitiva es la famosa ley de
la circulación de las élites.
En la medida que resolvamos estas cuestiones creo que se podría entonces jugar en serio a la disputa electoral con el gobierno, lo otro es dejar que el 2019 sea el último año de disputa electoral para muchos y quienes salgan perdiendo se evaporen sin rendir cuentas por los errores políticos que llevan arrastrando hasta ahora. Si no me creen vean cómo el intento de huelga de hambre, durante el pasado conflicto del Código Penal, de algunos asambleístas legislativos de oposición más la visita del líder de UN a estos, se vio como una imagen absolutamente anacrónica a lo que afuera en la calle se vivía.
Marcelo Arequipa es politólogo y docente universitario.
Twitter: @marcearequipa