Medio: ANF
Fecha de la publicación: domingo 11 de marzo de 2018
Categoría: Conflictos sociales
Subcategoría: Problemas de gobernabilidad
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21F: ¿empate catastrófico?
El título se refiere a la frase que Álvaro repetía mucho antes de llegar al poder. Pero ahora es en forma interrogante y al revés: Evo y el MAS están ya más de una década en el poder pero la oposición va creciendo, sobre todo en las ciudades.El 21F, dos años después del referendo, en que ganó el NO, Evo pretendía consolidarse con esa celebración del 21F; pero en conjunto, sacó un empate: en el área rural aproximadamente un tercio del total, siguió ganando el MAS; pero en el área urbana, sobre todo en las principales ciudades (con la mayor parte de ese resto), perdió, en mayor o menor porcentaje, según el lugar.
Yo lo viví en Cochabamba, donde ahora vivo. En el acto principal del 21F, la Plaza 14 de Setiembre estaba rebalsando, como pocas veces la he visto. Pero eran todos/as campesinos/as (= naciones y pueblos indígena originario/a campesino/as [NyP IOC]), llegados del campo en camiones, etc. traídos con el apoyo del MAS. Pero por la tarde, después de un fuerte chubasco, la oposición, que había estado haciendo grupos y grupitos dispersos durante todo el día, se reunió en la Plaza de las Banderas y calles adyacentes, también de forma impresionante. Era gente sobre todo urbana. En otras ciudades ocurrió algo parecido... Por eso lo sintetizo todo en un "empate", que contrapuso claramente al campo y a las ciudades.
¿"Catastrófico"? No "necesariamente" pero sí posiblemente. La gran ventaja de partida que sigue teniendo el MAS, es que es sólo uno, frente a una oposición, que sigue teniendo muchas cabezas; cuanto más dispersas sigan, más probable es que en las elecciones siga imponiéndose el MAS, aun si éste no llegue como antes al 50%.
Estos días (marzo 2018) estamos delante de otro factor que nos une a todos los bolivianos, moros y cristianos: la vuelta al mar, y sus alegatos ya finales, en el Tribunal de La Haya. Si de ahí surge un viejo o nuevo líder de consenso, que se presente a las próximas elecciones del 2019, la oposición o el MAS pueden desempatar claramente. En todo caso, quienquiera que salga triunfante, lo único nuevo que aportará el Tribunal Internacional de La Haya con su decisión, será el peso moral de las Naciones Unidas para seguir con diálogos más en serio sobre ese tema histórico pendiente, que tantas emociones e incomprensiones genera en pro o en contra entre Bolivia y Chile, después de un siglo y medio en que aquella guerra nos arrebató nuestro mar.
Tales diálogos podrán seguir durante varios años, pero si ganamos en La Haya, como todos los bolivianos de cualquier pelaje y militancia política esperamos y deseamos, no le será tan fácil a Chile ir escabullendo al toro, como ha hecho hasta ahora.
Hay mucho de simbólico en las movidas recientes. Pienso, por ejemplo, en esa larguísima bandera de color mar (que coincide con el del MAS) salpicada de banderitas y wiphalas (hoy también parte de la bandera nacional) que, con sus más de cien kilómetros, tiene ya casi garantizado un Guiness por ser la más larga bandera del mundo. El propio Chile, en la fiesta-peregrinación de La Tirana, en las alturas de Iquique, distribuye cada año cientos de cintas con su banderita nacional que, partiendo todas de los pies de la Virgen, llegan hasta el final de la inmensa plaza donde se la celebra con miles de danzantes en cientos de grupos de baile, muchos de ellos inspirados en los que también bailamos en Bolivia.
Lo común debe dominar finalmente sobre lo que nos enfrentó en el pasado.
Xavier Albó es jesuita, antropólogo y lingüista