La frase de ese ciudadano de a pie fue contundente: “La mierda en la política está ordenada de izquierda a derecha”. Lo dijo fuerte, con convicción y casi con rabia. Esa frase le salió del alma, de las profundidades más lúcidas de su encabronamiento. Del hartazgo que siente al saber que todo se pudre y se pone maloliente cada vez que andamos nuestros pasos escépticos, incrédulos e impotentes en este escenario político preelectoral boliviano que ya se alista para tocar fondo.
A dos meses y poco más para las elecciones, el panorama no podía ser más incierto y desalentador: un oficialismo decrépito, demagogo, despilfarrador y corrupto, una oposición inoperante, mediocre y sin luces y un escenario vacío, solitario e indefenso que solo espera que le llegue el mazazo por obra y gracia del masismo. El mandamás desea ganar con el 70%. Como están las cosas –con una oposición opa y enfrascada en insistir hasta el berrinche en el gran honor que les podría conceder el caudillo si decidiera debatir con ellos– los astros del fraude se alinean cada vez más a favor de los azules y una vez más, a petición del capataz, se habrá cumplido su santa voluntad.
¡Exacto, la mierda en la política está ordenada de izquierda a derecha!
Un político, decía el viejo y gordo Winston Churchill, debe ser un verdadero estadista que honestamente piense en las próximas generaciones, no en las próximas elecciones.
Macondo, en Cien años de Soledad, o Comala, en Pedro Páramo. En el primero, un universo desconocido con costumbres disfuncionales, en el segundo, la búsqueda de un paraíso y, sin embargo, el encuentro de un purgatorio.
En ambas, está omnipresente un sentimiento tormentoso que en estos tiempos se reafirma más que nunca, producto del descontento y de los vacíos que experimentan las sociedades: la soledad y la desesperanza.
Bolivia heroica y estafada. Su historia política está llena de despilfarros y pillerías. Su destino marca el tránsito ubicuo de circos y magos, saltimbanquis y maestros en imanes. Atrapan y no sueltan hasta agotar las energías.
¿Cuál es la diferencia entre izquierda y derecha en estos tiempos, oráculo? ¡Ninguna! Los conceptos de una y de otra ya quedaron sepultados por las inconsecuencias de sus líderes.
De la izquierda en Bolivia, hoy solo queda la nostalgia de que en una época sirvió para afianzar las conciencias extraviadas y hacer latir más fuerte los rojos corazones. Todo lo demás se convirtió en demagogia, impostura, corrupción y venganza.
Ahora, su afán de poder y de dominio no tiene límites; les da lo mismo prevaricar que estafar. Todo, bajo el signo del cambio. La izquierda como alternativa real e histórica languidece y muchos ya lamentan su muerte o, cuando menos, sufren con su desgaste total producto de desajustes, dando origen, como una inevitable consecuencia a la posible muerte de la política misma. El pensamiento de izquierdas con los planteamientos del marxismo como núcleo articulador se ha derrumbado como una montaña de arena.
Hoy, hacer política ya no responde a derechas ni izquierdas, responde a un pragmatismo puro, efectivo y que aporte soluciones reales sin teñirse de colores.
De la derecha, aún queda el suave murmullo de quienes se hicieron ricos y sabrosos empeñando el país, (terribles similitudes con la izquierda). Laten sus corazones por retornar en un futuro no muy lejano a “La silla del águila”.
…El poder, el trono. El trono o el pueblo, al fin y al cabo, el trono lo quiero para posarme sobre él, y satisfacer mis deseos, los más sublimes y los más perversos, en cambio al pueblo lo quiero para.... caramba, ¡qué coincidencia! (Les Luthiers, cambiado a mi capricho)
¿Derecha o izquierda? Al final de cuentas esos son recursos de los consumistas y demagogos, respectivamente. Lo que de verdad cuenta es que los gobiernos demuestren resultados efectivos: menos desigualdades y mayor aproximación al estado de bienestar.