Medio: Nuevo Sur
Fecha de la publicación: miércoles 07 de marzo de 2018
Categoría: Conflictos sociales
Subcategoría: Problemas de gobernabilidad
Dirección Web: Visitar Sitio Web
Lead
Contenido
Educación para la Democracia
Rolando Barral Zegarra*
“La democracia de mañana se prepara con la democracia en la escuela. Un régimen autoritario en la escuela no sería capaz de formar ciudadanos demócratas”. Así reza la frase del pedagogo Celestín Freinet. En tal sentido, el irrespeto al Referendo del 21 de febrero de 2016 en el que el pueblo boliviano mayoritariamente votó por la NO repostulación indefinida a la presidencia, podría llevar a nuestro país a una situación de riesgo y acentuar la violencia y llegar a conculcar el estado de derecho bajo la argucia de “derecho humano” como si la impostura fuera tal. Sería como querer encontrar humanismo en el fascismo. No debieran olvidar los políticos y los juristas que la involución de la democracia, en gran parte, es su responsabilidad. Entonces ¿cuál es el papel de la educación en la construcción de la sociedad democrática?
La educación para la democracia debe formar valores humanos para que todas las personas guíen sus vidas con un “Código de Honor” y sean fieles a la declaración Universal de los Derechos Humanos. Cumplir con lo que se empeñaron. El Código de Honor es un código ético que permite actuar a los ciudadanos con coherencia entre lo que dicen y lo que hacen. La crisis de la educación se refleja en la crisis de los individuos con relación a los valores humanos. No respetar lo que uno a jurado cumplir, es un problema moral para la democracia y una grave complicación para la política que puede llevar al país al abismo.
Los que debieran garantizar el cumplimiento de la Constitución Política del Estado simplemente lo vulneraron llevando la política y los valores democráticos al basurero. Ya había expresado con sarcasmo un escritor: “Esta es la definición de la ley: algo que puede ser violado”. Desconocer la voluntad del pueblo es desconocer los principios éticos en la política y es un riesgo fatal para la democracia. Lo que hizo el Tribunal Constitucional Plurinacional (28 de noviembre de 2017), tiene un nombre: podredumbre de la política. Y el silencio cómplice del actual Defensor del Pueblo en este hecho, nos lleva a una interpelación necesaria: ¿Quién nos defiende del Defensor del Pueblo?
¿Nuestra educación ha formado y/o está preparando para la democracia? ¿O ha deformado para la dictadura? En la Reforma Educativa neoliberal se planteó como tema transversal: “Educación en democracia”. En la reforma pos-neoliberal (Ley de Educación Nº 070), es un tema abandonado curricularmente. Intencionalmente o no, existe muy poco, tanto como discurso, como aplicación y como aprendizaje; aunque figuran en las leyes respectivas.
La actual Constitución Política del Estado Plurinacional como la Ley de Educación “Siñani-Pérez” No 070, conciben la educación como “democrática” (CPE. Art. 78 y Ley 070, Art. 3.)En las mismas, la educación está destacada como democrática, participativa y de consenso en la toma de decisiones. Pero una cosa es el discurso y otra la vida práctica.
A nivel universal la democracia ha sido abordada como eje temático por la educación ciudadana. La misma, entre otros aspectos, presenta postulados fundamentales relacionados con los derechos humanos, las teorías, las amenazas y sus perspectivas futuras. La educación ciudadana es educación para la democracia en un proceso liberador y humanista en el que los ciudadanos ejercen y gozan, de forma plena, todos sus derechos y también cumplen con sus deberes y obligaciones en la sociedad.
La educación para la democracia se funda en la convivencia pacífica; lo contrario a esto tiene un mal nombre: despotismo. La dictadura es anti-pedagógica y anti-democrática. La tiranía y la autocracia responde a una consigna: “el Estado soy yo”. Lo que la educación es para la democracia; el adoctrinamiento es para el totalitarismo. Sea como fuere, toda dictadura (militar o civil) viola los derechos humanos. No hay una dictadura humanista. La dictadura es golpe de Estado y fue muy desastrosa para la historia de nuestro país. Por ello, alguien expresó: “A la más perfecta de las dictaduras, preferiré siempre una imperfecta democracia”. Con las acciones inconstitucionales del TCP se llegará a la “demo-dictadura” una autoridad disfrazada de democrática, con votación y fraude. El fallo del TCP es el retroceso de la democracia.
El desafío de cualquier sociedad libre, requiere el requisito de “democratizar la educación” y simultáneamente “educar para la democracia”. Es una educación en valores humanos y cultura de paz: como se señala la actual Constitución: Art. 108. Por otra parte, la Ley de Educación “Siñani-Pérez” No 070, en el Artículo 5. (Objetivos de la educación). Establece: “Desarrollar una educación cívica humanista… orientada al ejercicio pleno de deberes y derechos ciudadanos en el marco de la Constitución Política del Estado y la declaración Universal de los Derechos Humanos”.
Si los postulados de la Constitución y de la Ley de Educación son elocuentes ¿por qué se llegó a este desacato de no someterse a la ley? Simplemente porque no se educó para la democracia y la mentalidad autoritaria encuentra su cauce como abuso de poder. ¿Entonces, cuáles son las perspectivas? A los problemas de la democracia, la solución es el respeto inexcusable a la misma y consolidar una pedagogía integral de calidad.
La Pedagogía de la Democracia es más aprendizaje que enseñanza. En tono de buen humor: el que sabe, sabe. Y el que no sabe, enseña. A veces se enseña mal y son un mal ejemplo para la sociedad. Es decir, la educación democrática es una actitud de respeto para aprender del pueblo antes que enseñar al pueblo. La pedagogía de la democracia debe significar ante todo un “baño de humildad” antes que soberbia y arrogancia intelectual de aquellos que usan y abusan del poder y el cargo circunstancial que ostentan. La democracia como pedagogía es saber que el poder es efímero. Pero algunos políticos quieren enseñar antes que aprender y ambicionan perpetuarse en el mando.
La incultura política es autoritaria y lo que se debe educar y desarrollar es una cultura política basada en valores y prácticas democráticas desde lo cotidiano. Si F. Bacon señaló que el conocimiento es poder, el autoritarismo perfila que el oscurantismo está en el poder. Por lo tanto, el desarrollo de la cultura popular, debe ser democrática y no totalitaria. La mentalidad del dictadores quedarse obnubilado por la ideología, es una especie de “lavado cerebral” en el que se niega leer la realidad y se empecina con imponer sus caprichos.
La educación ciudadana debe ser ética, fundada en los valores humanos y saber que todo poder es breve y no pensar con ideas fijas; aunque se vanaglorien de “socialistas”, en los hechos es tomar el poder hasta la decrepitud y hasta la muerte, referido esto como “patria o muerte”.
Para llegar a donde se llegó: de no cumplir con su juramento y de no hacer cumplir la Constitución, es transgredir el estado de derecho que le costó sangre al pueblo. En ese sentido ¿Qué estamos formando y/o deformando en la actual sociedad? Urge un diagnóstico socioeducativo. O como otras políticas públicas, la educación de la democracia ¿es un fracaso? ¿Cuáles son los avances de Ley de Educación “Siñani-Pérez” No 070 con relación a la democracia y la cultura de paz? ¿Y la revolución democrática y cultural qué tiene de democrática? ¿O el enfoque de la actual educación es más adoctrinamiento que educación para la democracia?
Volquemos nuestra mirada a la educación familiar y personal. No sólo la educación formal está en crisis, también o tan mal está la educación familiar. Así como los derechos humanos empiezan por casa, la democracia empieza en la familia. Y el espíritu democrático es también aprender a renunciar a las ambiciones personales: no se puede “vivir bien” faltando a su propia palabra. Reflexionemos: “El político –dice Otto von Bismarck–piensa en la próxima elección; el estadista, en la próxima generación”. El país exige justicia, respeto y confianza a sus gobernantes.