Medio: El Deber
Fecha de la publicación: viernes 10 de noviembre de 2017
Categoría: Procesos electorales
Subcategoría: Elecciones judiciales
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La ciudadanía boliviana está en vísperas de un rosario de sucesos políticos de gran proyección e importancia a partir de la elección de magistrados del 3 de diciembre próximo y que culminará con las elecciones nacionales dentro de dos años. Ese proceso estará lleno de sorpresas y novedades que tendrán influencia en el futuro del país.
En el estado embrollado en que se encuentra la política nacional, se puede observar en el futuro que con las próximas elecciones judiciales se nombrará a nuevos magistrados que, adictos o no al régimen imperante, formarán un Tribunal Constitucional tal vez con las mismas o mayores relaciones con el así llamado Órgano Ejecutivo plurinacional. Entre tanto, el vigente Tribunal Constitucional posiblemente dejará al país un legado de significación con un fallo sobre la reforma de la Constitución, de acuerdo con el recurso presentado por el oficialismo, con el fin de prorrogarse indefinidamente en el poder, de acuerdo con su ideología populista y poniendo una cruz negra a la voluntad popular expresada en el referéndum del 21 de febrero del año pasado. Naturalmente, ese fallo provocará una crisis política de magnitud.
Pero ahí no termina el asunto. Enseguida vendrán la campaña electoral y las elecciones para llegar a la Presidencia del país y, sin duda, se utilizará para ello la clase más inimaginable de recursos limpios y de malas artes. Es más, si el oficialismo no llegara a cumplir sus íntimos deseos, podría acudir al expediente de convocar a una Asamblea Constituyente de acuerdo con la arbitraria fórmula del gobierno venezolano. Esas decisiones provocarán otras crisis de mayor tamaño por efecto de transformación de lo cuantitativo en cualitativo.
La anulación de la voluntad del Soberano por la presunta anulación del referéndum del año pasado año por el Tribunal Constitucional, denunciado de carecer de independencia y sometido a diversas formas de presión, así como el fallo aprobando el continuismo indefinido del actual tolderío partidario, la violación de las virtudes democráticas del pueblo y finalmente la re-re elección del presidente Evo Morales derivarán indudablemente en una acumulación de problemas de nunca acabar y por lógica llegará el momento de cosechar tempestades después de sembrar nubes. Nuevas crisis convulsionarán la política nacional, sin que se sepa a dónde puedan llegar.
En esa forma, el primer eslabón de irracionalidad conducirá a otras crisis convulsivas de la cadena política, que se originarían por el desconocimiento de lo que se considera la sagrada voluntad del derecho del Soberano, el desprecio de las leyes naturales que rigen a la sociedad boliviana que no acepta el prorroguismo (y menos el indefinido) de una tienda política errática. La ignorancia de la historia y la lógica política del pueblo, entre otros muchos, podría derivar en una crisis total, como muchas otras que se produjeron a lo largo de la vida de Bolivia por anular las elecciones, y que, de no ser tomada en cuenta, será de muy alto costo para el país. Todo por desconocer la inviolable voluntad del Soberano, decisión sagrada que es obligación de la prensa defender.