Medio: El Diario
Fecha de la publicación: miércoles 07 de marzo de 2018
Categoría: Debate sobre las democracias
Subcategoría: Democracia representativa
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Si los postulados de la Constitución y de la Ley de Educación son elocuentes, ¿por qué se llegó a este desacato de no someterse a la ley? Simplemente porque no se educó para la democracia y la mentalidad autoritaria encuentra su cauce como abuso de poder. Entonces, ¿cuáles son las perspectivas?, para los problemas de la democracia, la solución es el respeto inexcusable a la misma y consolidar una pedagogía integral de calidad.
La Pedagogía de la Democracia es más aprendizaje que enseñanza. En tono de buen humor, el que sabe, sabe. Y el que no sabe, enseña. A veces se enseña mal y son un mal ejemplo para la sociedad. Es decir, la educación democrática es una actitud de respeto para aprender del pueblo antes que enseñar al pueblo. La pedagogía de la democracia debe significar ante todo un “baño de humildad” antes que soberbia y arrogancia intelectual de aquellos que usan y abusan del poder y el cargo circunstancial que ostentan. La democracia como pedagogía es saber que el poder es efímero. Pero algunos políticos quieren enseñar antes que aprender y ambicionan perpetuarse en el mando.
La incultura política es autoritaria y lo que se debe educar y desarrollar es una cultura política basada en valores y prácticas democráticas desde lo cotidiano. Si F. Bacon señaló que el conocimiento es poder, el autoritarismo perfila que el oscurantismo está en el poder. Por lo tanto, el desarrollo de la cultura popular debe ser democrático y no totalitario. La mentalidad del dictador es quedarse obnubilado por la ideología, es una especie de “lavado cerebral” en el que se niega a leer la realidad y se empecina con imponer sus caprichos.
La educación ciudadana debe ser ética, fundada en los valores humanos y saber que todo poder es breve y no pensar con ideas fijas; aunque se vanaglorien de “socialistas”, en los hechos es tomar el poder hasta la decrepitud y hasta la muerte, referido esto como “patria o muerte”.
Para llegar a donde se llegó, de no cumplir con su juramento y de no hacer cumplir la Constitución, es transgredir el estado de derecho que costó sangre al pueblo. En ese sentido, ¿Qué estamos formando y/o deformando en la actual sociedad? Urge un diagnóstico socioeducativo. O como otras políticas públicas, la educación de la democracia ¿es un fracaso? ¿Cuáles son los avances de Ley de Educación “Siñani-Pérez” No 070 en relación con la democracia y la cultura de paz? ¿Y la revolución democrática y cultural qué tiene de democrática? ¿O el enfoque de la actual educación es más adoctrinamiento que educación para la democracia?
Volquemos nuestra mirada a la educación familiar y personal. No sólo la educación formal está en crisis, también o tan mal está la educación familiar. Así como los derechos humanos empiezan por casa, la democracia empieza en la familia. Y el espíritu democrático es también aprender a renunciar a las ambiciones personales: no se puede “vivir bien” faltando a su propia palabra. Reflexionemos: “El político –dice Otto von Bismarck– piensa en la próxima elección; el estadista, en la próxima generación”. El país exige justicia, respeto y confianza a sus gobernantes.
El autor es Ph. D. Investigador y docente de la Carrera de Ciencias de la Educación UMSA.