Con la presentación de las listas de candidatos que terciarán en las próximas elecciones generales, se ha cerrado una etapa y tendría ya que estar en pleno desarrollo la correspondiente a la presentación de las propuestas programáticas de las fórmulas contendientes.
Por ahora, lo único que se sabe es que los programas han sido presentados como parte de las formalidades exigidas para la habilitación de las candidaturas. Pero muy poco se ha difundido sobre los aspectos medulares de sus respectivas propuestas. Lo que hace temer que, tal como ocurrió en los anteriores procesos electorales, los temas más importantes para el presente y el futuro de nuestro país sean relegados a un segundo plano, opacados por estériles intercambios de acusaciones dirigidas sólo a descalificar a los adversarios.
Entre los temas ausentes, probablemente ninguno es más llamativo que el relativo a los hidrocarburos. Aunque es por demás evidente que se trata de la piedra angular de la economía nacional, y que cuanto se haga o deje de hacer al respecto tendrá hondas consecuencias sobre nuestro futuro, los candidatos todavía no han dado ni una pista que permita deducir lo que se proponen hacer al respecto, sea como gobernantes o como opositores.
Es comprensible que el Gobierno ponga sus mejores empeños para evitar que la crisis del sector sea parte principal de la agenda informativa en estos días de proselitismo. No podía ser de otro modo, pues son tan negativos los resultados arrojados por la política hidrocarburífera aplicada durante los últimos años que cuanto menos se hable del asunto, mejor para la fórmula oficialista.
Lo que no es aceptable es que quienes se ofrecen como alternativa también eludan la batalla ideológica y programática necesaria sobre lo que proponen hacer para afrontar la pérdida de mercados para el gas, lo que está obligando a disminuir los volúmenes producidos. En pocos años, Bolivia ha pasado de ser el potencial centro energético continental a un rincón marginal; los países vecinos están haciendo grandes inversiones para poder prescindir totalmente de nuestro gas durante los próximos años, pero eso no parece merecer la atención de los candidatos.
Por eso, ahora que se inicia la fase proselitista, es necesario exigir que éste, como otros temas medulares, sean el eje de las campañas.