Medio: Los Tiempos
Fecha de la publicación: jueves 25 de julio de 2019
Categoría: Organizaciones Políticas
Subcategoría: Democracia interna y divergencias
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“Quizás algún hombre necesitó toda una vida para reunir varios de sus pensamientos, mientras contemplaba el mundo y su existencia y, entonces, me presenté yo y en dos minutos, ¡Zas! Todo liquidado”.
Érase una vez un país distópico donde la realidad transcurría en sentido contrario a una sociedad convencional.
Un lugar en el que la mirada y el control del gran hermano desintegraban voluntades y aspiraciones. Miradas demenciales, ubicuas. Garras relucientes, afiladas, corruptas, mugrientas.
Autoritarismo, acaparamiento y un afanoso sistema de anquilosamiento que ennegrecía la razón y la esperanza.
Fahrenheit 451, es una novela que no sólo hace referencia a la temperatura a la que el papel de los libros se inflama y se quema. También al insoportable sofocamiento de los sistemas políticos mesiánicos e impostores que cuando imponen su ley, devastan y deterioran la armonía. Entonces es cuando la temperatura cambia su intensidad y las lenguas de fuego alcanzas las libertades y la democracia.
Con frecuencia la realidad supera a la ficción. La referencia de Fahrenheit 451 se acomoda a muchos episodios nefastos de la historia: la censura de libros en Estados Unidos, la quema de libros en la Alemania nazi, los gobiernos de facto en Latinoamérica, Bolivia incluida, que imponían su poder a través de la muerte, y este presente que se avizora autócrata y que ya clava su afilado dedo autoritario en el corazón del disenso, la alternancia y la decisión del supremo que dijo un No rotundo a la reelección de Evo Morales Ayma, el 21F de 2016.
Fahrenheit 451, paradójicamente, es símbolo de libertad, de ironía y de crítica a sistemas de gobierno manejados por un capataz.
“La lectura y la información fidedigna en la sociedad provocan angustia en las personas con poder ”. Cuanto menos se lea y se esté desinformado, más será el sometimiento.
Esta es, sin duda, una forma de adormecer la palabra, privar de libertades es privar del derecho a razonar y discernir. El =====Big Brother====== se desata en ira cuando hay desacato. Debe existir un silencio unísono y una “armónica” aceptación. Los que no están con “el proceso de cambio” están con el imperialismo o la oposición desestabilizadora, entonces son declarados enemigos del “cambio” y vendepatrias.
George Orwell plantea los círculos de poder exclusivos, corruptos y excluyentes que no hacen otra cosa que filtrar las acciones, las libertades, apartando de la participación democrática a todo un pueblo, marginándolo y atemorizándolo con la mirada omnipresente del gran hermano. Los proles, como los llama Orwell, están predestinados a la miseria y a la intimidación, impidiéndoles desarrollar un pensamiento crítico. El Estado se encarga de anular todo derecho y los predestina a una vida sin esperanzas.
Evo Morales y el MAS se han encargado de minar el disenso y la pluralidad de ideas, el debate político público y la libertad a asumir una opinión o posiciones diferentes. Evo, ha logrado concentrar el poder político, económico y mediático, utilizando el consentimiento y la aceptación de sus “bases” como coartada “legítima y participativa” para asumir determinaciones taxativas y autoritarias.
Su visión ubicua sobre democracia está referida a una elite que legitima exabruptos y que, además, está hecha a imagen y semejanza del jefazo.
Más allá del reclamo democrático de los bolivianos por hacer que se respete la decisión del 21F, también está la exigencia de una solidez en las instituciones. Ya no son las derechas ni las izquierdas las cuestionadas, son las elites creadas por este Gobierno que están erosionando todas las estructuras fundamentales.
Como boliviano, presidente Morales, tengo derecho a una democracia participativa, en donde no solo cuente mi voto, libre y soberano que coadyuve a la elección de los gobernantes por períodos constitucionales, también está mi libertad irrestricta a disentir a través de la palabra y el debate. Usted, como Presidente, tiene la obligación de promover la democracia, la alternancia, apegarse a las leyes y sustentarlas por encima de cualquier poder unilateral, mesiánico y elites sociales o económicas.
“La política de una democracia que implica desacuerdo, que promueve la sinceridad, ha sido sustituida por la psicoterapia. Lloremos juntos. Pero no seamos todos juntos unos estúpidos”. (Susan Sontag)
Esta coyuntura que se encargó de degradar los valores morales, éticos, políticos y sociales está como el evomasismo siempre quiso que estuviera: corrupto, destripado, caótico. Sin una pizca de dignidad. Todo se lo chuparon, se lo farrearon, todo se lo tragaron y se lo embutieron en los bolsillos anchos de sus pantalones negros y decadentes.
A dos meses y poco más de celebrarse las elecciones generales, todo está consumado, diría el mandamás y los que le rinden culto. El trabajo sistemático por desgastar la institucionalidad, la estructura de país. Tirar a la basura la dignidad del otro, la ética, el respeto a la ley, a las libertades y a la democracia está concluido. ¡Misión cumplida, jefazo!
¿Qué somos? ¿Qué estamos haciendo? ¿A qué aspiramos? ¿Cómo estamos forjando el devenir de esta Bolivia que no se rinde?
¿Compartimos interrogantes comunes?
¿Nos mueve el presente como proyector del futuro?
En este país de paradojas, el ciudadano se siente atrapado entre la luz y la oscuridad, “oscila entre poderes y fuerzas contrarias, ojos petrificados, bocas que devoran”. ¿Unas a otras? ¡Se desconocen! ¡Se ofenden! ¡Se desdicen! ¡Se condenan! Esta Bolivia que sufre su tiempo de falsos procesos de cambio, aún no es capaz de procesar un cambio de mentalidad y de acción. A penas, en pos de la modernidad, se mueve entre un pasado que no atisba el presente ni sospecha la existencia de un porvenir, y se resigna a vivir petrificada, inmutable, esperando que el tiempo, su tiempo, vote dádivas y así viva su instante, su engaño, su proceso de cambio en miniatura.
¿A qué temperatura arde la democracia?
Evo y el MAS ya encendieron el cerillo que lo provoca. Bolivia ha entrado en su recta final. El próximo 20 de octubre, será un antes y un después en nuestra historia. No creo en la oposición como pieza fundamental para el cambio y la derrota de este Gobierno corrupto y desafortunado. Creo en la convicción de los bolivianos que ejerceremos nuestro voto como ejercicio trascendental para despachar a un Gobierno que se mofa de la dignidad y la libertad y se forra, su rechoncho cuerpo, con el oportunismo, la corrupción, la trampa y el descaro.