El presidente Evo Morales reconoció que confeccionar las listas fue “un sufrimiento” porque ahora “sobran los candidatos”, a diferencia del pasado, cuando tenía que rogar para que integren sus nóminas.
El sufrimiento del candidato/presidente debe ser real, puesto que su partido lleva el peso de estar 14 años en el poder, en los que entabló relaciones prebendales. La lealtad, en este caso, no es gratuita y se paga con nombres en la franja de seguridad.
Por eso, no es de extrañarse que el MAS incluyera entre sus candidatos a dirigentes cuestionados, que serán un lastre para el partido, como es el caso de Jesús Vera, Mario Silva, Franklin Machaca y Mavel Machicado, cuatro operadores del oficialismo que acorralaron a los alcaldes de La Paz, Luis Revilla, y de El Alto, Soledad Chapetón.
Y, para contrarrestar a estas y otras fichas impopulares, el MAS tuvo que recurrir a figuras mediáticas, como es el caso de la presentadora de ATB, Bertha Acarapi, el abogado que enjuició a Goni, Rogelio Mayta, y la diseñadora de modas, Eliana Paco. O a comendiantes, como es el caso de Maria Renée Liévana, más conocida por su personaje de Estefani Brillit. Ninguno de ellos hizo vida orgánica en el MAS, y su presencia obedece a la necesidad de captar votos con rostros nuevos.
Además de estas dos vertientes, existe una tercera que lleva al partido a su aburguesamiento, a su alineamiento con los intereses empresariales y a completar su giro a la derecha, que se hizo evidente desde hace algunos años. Representan a esta corriente el expresidente de la Confederación de Empresarios Privados de Bolivia (CEPB) Gabriel Dabdoub y el empresario potosino Orlando Careaga, quien para más señas fue diputado de Goni y senador de Tuto.
Por eso, Morales tuvo que pedir disculpas a los dirigentes que quedaron fuera y prometerles que entrarán en las listas de las elecciones regionales.
Es probable que el sufrimiento de Morales haya pasado, pero si sus candidatos cuestionados son elegidos, será el país el que cargará con el sufrimiento.
En el otro extremo, según se supo, algunos opositores también sufrieron porque no encontraron la cantidad de candidatos necesaria y tuvieron que presentar listas incompletas. No puede ser de otra manera, si hay un partido que se quedó sin candidato vicepresidencial y otro sin candidato presidencial. Félix Patzi llegó a decir que no conoce a sus postulantes y Virginio Lema confesó que muchos de sus candidatos le escribieron al WhatsApp pidiendo ser incluidos en la lista. Esto muestra las pocas expectativas que tiene la oposición de llegar aunque sea al Legislativo.
En el caso de Comunidad Ciudadana, está claro que apuesta a captar el voto de la clase media y de los desencantados del MAS. En esa línea presentó a activistas, intelectuales y algunos exlegisladores del MAS, como Eduardo Maldonado en Potosí.
Está claro también que CC quiere dar un mensaje de inclusión a los sectores vilipendiados por el MAS, como son los indígenas de tierras bajas, representados en las listas por Cecilia Moyoviri Moye, originaria del Tipnis.
Y, no deja de llamar la atención que sus principales fichas, los hombres y mujeres que rodean al candidato, están en la franja de seguridad de La Paz, como Carlos Alarcón, Gustavo Aliaga y Paola Cortés.
Algo que ocurre en todos los partidos es la fuerte presencia femenina, tanto por la exigencia de paridad, como por la decisión de darles más protagonismo en la próxima legislatura, aunque fue CC el único que puso a nueve mujeres encabezando las listas al Senado.
Otro aspecto que atraviesa a casi todas las fórmulas es el reciclaje de políticos que ya fueron parlamentarios y algunos del viejo sistema de partidos.
Más allá de los nombres y perfiles, es deseable que la Asamblea Legislativa que emergerá del voto popular recupere la independencia y el protagonismo en la política nacional.