Los que han hecho de la politiquería una forma de vida ya no tienen la mirada puesta en las próximas elecciones de octubre, ellos apuntan más allá después de que en las diferentes tiendas políticas no han sido tomados en cuenta para seguir en la Asamblea Legislativa Plurinacional (parlamento) u otros cargos en el Ejecutivo.
Una simple observación a priori deja constancia que ya advierten ser gobernadores, alcaldes municipales o por lo menos ocupar un puesto en las Asambleas departamentales. ¿Se dio cuenta?
Por ejemplo, en la actual coalición gubernamental no pocos que dejarán de ser diputados o senadores tienen la esperanza de estar en las nóminas para las subnacionales, sin mencionar nombres pero están a la vista. Además muchos fueron Asambleístas y luego ministros y ya no están en las franjas de seguridad de las candidaturas o simplemente han sido marginados; pero la ambición de poder corroe sus entrañas, no pueden con su carácter.
En fuentes creíbles se sostiene que para aplacar los descontentos ya se les prometió otro cargo que tiene que ver con la politiquería, inclusive se habla de puestos para el servicio extranjero en caso de volver a ser gobierno para los próximos cinco años.
En otras corrientes cuyas aguas siempre apuntan al poder, no pocos que fueron recalcitrantes exponentes de la “derecha” ayer, corrieron a intentar abrir las puertas de las tiendas que terciarán en las próximas elecciones, con habilidad y experiencia de verba, lograron asirse en los primeros lugares de las candidaturas para el Legislativo; pero también sucedió a la inversa, “izquierdistas” se arrastraron hacia las siglas donde está lejos una posición ideológica de socialismo.
Las convicciones, principios e ideología no valen nada al momento de pugnar por mantenerse a vivir de la politiquería que no se quiere dejar.
Adhesión consciente, responsable y firme a un proyecto, no existe, sólo es oportunismo. Después de los resultados del voto en las urnas en octubre próximo, serán los mismos que ya advierten pelar por ocupar cargos en las departamentales, municipales y otros. Es que no saben otra cosa que vivir a costa del pueblo que se rompe el lomo trabajando todos los días para pagar impuestos, generar riqueza para el Estado y son pocos los zánganos que se llevan la mejor parte.
Son tan previsores de su futuro que ya han instruido a sus acólitos incondicionales que ya hagan correr la voz en el pueblo que éste o aquel puede ser gobernador o alcalde municipal. No pocos ya se consideran perdedores en octubre y prevén que la oportunidad estará en las subnacionales.
Ya vivimos en una atmósfera que contamina la política como tal, sólo advertimos utilitarios aquí y allá, las bases como tal no cuentan, sus voces en sus reuniones sectoriales se dejan oír; pero no trascienden a nivel de las decisiones de arriba. El descontento produce desbande y las preferencias de voto se dispersan.
Las experiencias últimas demuestran que sólo hubo “cambio de cancha” en la politiquería, y el voto hizo posible que los acostumbrados a vivir de ella siempre estén arrimados al poder; pero queda el desafío de que en la visión de la política el pueblo asuma una posición frente a esta realidad y se deje de encumbrar siempre a los mismos. Si el interés fuera realmente el bienestar del país y del pueblo, hoy no tendríamos tantas candidaturas en el objetivo de llegar al poder; sino dos o tres propuestas firmes, sólidas, claras y definidas en un sistema económico y político.
Se transita todavía en un campo de informalidad política que no hace bien al país ni a los intereses del pueblo.