Medio: Página Siete
Fecha de la publicación: viernes 02 de marzo de 2018
Categoría: Debate sobre las democracias
Subcategoría: Repostulación presidencial / 21F
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Desde el faro
El desapego a la ley: así estamos
La movilización del pasado 21F contra el intento gubernamental de imponer la cuarta reelección presidencial y por la defensa de la Constitución y del voto ciudadano no fue abstracta, fue contundente y eso lo sabe el Vicepresidente. En este escenario, no pasó desapercibido el comentario relativo a que el Gobierno no está dispuesto a dejar de lado la repostulación de Evo basado en un “apego abstracto a la ley”, es decir, a la Constitución.
A estas alturas, las maniobras y artilugios oficiales pusieron patas arriba la idea “abstracta” de los derechos humanos contenida en el Pacto de San José, cuyo fin es defender el derecho de los ciudadanos frente al abuso estatal y de los poderosos de turno.
Confieso que la entusiasta manifestación ciudadana del pasado 21F, a la
que me sumé con convicción, despertó en mí sentimientos y pensamientos
contradictorios. Celebré el despertar de una ciudadanía, antes elusiva.
Sin embargo, nunca simpatice con el bloqueo y su legitimación social
como mecanismo extremo e inconstitucional, ahora rutinizado para
expresar el malestar y la protesta social, a la que reconocemos como
derecho constitucionalizado.
La exaltación y nada abstracta institucionalización del “bloqueo y del
paro” es la inequívoca demostración del fallido proceso constituyente
que prometía sentar las bases de un nuevo pacto social y el salto para
trascender perversas prácticas del pasado. Es el fracaso de la política,
reflejo de la ceguera y soberbia de gobernantes, de la irreverencia y
desacato social concebido como acto de heroísmo. Implica la negación no
sólo del otro y del diálogo, sino de las instituciones como canal de
resolución de conflictos y controversias.
Volviendo a la temeraria afirmación del Vice, ésta no sorprende. Es
portadora de una visión anti-Estado de Derecho, ahora convertida en
flagrante impostura de quien juró ante el pueblo respetar y hacer
respetar la Constitución y las leyes. El Vice sabe, mas no le preocupa,
que toda apología del irrespeto a las normas que rigen nuestra
convivencia sean sinónimo de irresponsable anarquía, de la ley de la
selva, siempre y cuando le sirvan para concentrar y reproducir el poder a
cualquier costo. No olvidemos que para Evo Morales, Estado de Derecho y
derechos humanos son un legado tramposo del imperio. Así estamos.
Es curioso que un intelectual y matemático empírico desprecie la
abstracción, los presupuestos que la sostienen y cristalizan no sólo en
sentido común compartido, sino en actitudes y comportamientos sociales
que modelan nuestra vida cotidiana.
Por otra parte, quien proclama radicalizar la experiencia de la
revolución cubana pareciera experimentar una desfasada y compulsiva
tendencia a repetir experiencias fallidas empíricamente verificables.
Jean Piaget, el teórico del desarrollo cognitivo, coincidiría en que
esta particular manera de analizar la realidad es sinónimo de
estancamiento, de incapacidad de superar el estadio concreto de
pensamiento, de una conducta egocéntrica que limita la posibilidad de
abstraer o aprender de los errores y de los aciertos. En suma, del
bloqueo de la capacidad de crítica y autocrítica. El bloqueo se instaló
en la calle y nuestras mentes.
El “desapego al abstracto mundo de las leyes” en la sociedad y desde la
práctica política no es novedad. Es extrapolable a las maneras de
concebir el poder y las leyes en distintos sectores de la sociedad. Con
esta atávica cultura política abonamos el terreno hacia la autocracia y
la violencia estatal, por un lado, o justificamos el desborde espontáneo
de las multitudes, por otro.
Siempre orillando el abismo, hoy el caudillismo clientelar y la afanada
agenda presidencial por entregar obras, elefantes azules faraónicos y/o
fallidos confirman nuestra tendencia a la improvisación y al enfoque
cortoplacista empaquetado en un falso concepto de “estabilidad”. Como
nunca antes, la evolatría prolijamente cultivada rima con la idea de
tiranía. Así estamos.
Con su aseveración, el Vice confirma que, además de confundir
crecimiento con desarrollo, nada cambió en la Bolivia posconstituyente.
Así como me resisto al retorno de un pasado superado, desconfió en
quienes piensan el futuro confundiendo el hacer justicia con venganza.
Lamentablemente, persistimos en reeditar el empantanamiento (empate) catastrófico o el descontrolado y no menos catastrófico movimiento pendular de nuestra historia. El esfuerzo por desterrarlos señala el camino alternativo hacia un verdadero cambio.
Erika Brockmann Quiroga es psicóloga, politóloga y exparlamentaria.