Medio: Página Siete
Fecha de la publicación: miércoles 28 de febrero de 2018
Categoría: Procesos electorales
Subcategoría: Elecciones nacionales
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¿Nueva hora para las derechas?
Si Pedro Pablo Kuczynski logra superar el trance de la vacancia,
debería aprovechar para tratar de reconstituir un eje político que
involucre al fujimorismo en una apuesta común por afianzar una propuesta
gubernativa de derechas.
Que Fuerza Popular haya perdido la
mayoría absoluta y esté en riesgo de una sangría permanente hace que
gane la democracia, sin duda. El excesivo poder había desatado ímpetus
cuasi golpistas en las huestes naranjas (como seguramente lo habría
hecho, dicho sea de paso, con cualquier partido con esa cantidad de
poder congresal frente a un Ejecutivo débil).
Si bien el
fujimorismo de Keiko mantiene intacta la posibilidad de jaquear al
Gobierno, interpelar ministros o vetar proyectos de ley, se encuentra en
una situación donde ya no caben apuestas maximalistas. Fuerza Popular
está obligada por las circunstancias a negociar, sea con el Gobierno o
con el resto de fuerzas de la oposición. Ese dato por sí solo es ya una
buena noticia para la gobernabilidad.
La mayor confianza que le
debería otorgar al Gobierno saber que solo se le podrá vacar al
presidente por un error tan contundente que sea capaz de enrolar a la
izquierda, al fujimorismo y al menos a la bancada de Alianza para el
Progreso (o juntar al Apra y a Acción Popular), debiera a su vez
llevarlo a replantearse un horizonte de gobierno hasta el 2021 y la
posibilidad de salir del espacio de supervivencia en el que ha navegado
estos casi dos primeros años.
Cuando PPK ganó la presidencia
nadie se imaginaba el nivel de naufragio al que podía llegar lo que
parecía una circunstancia idónea para que sumaran fuerzas la derecha
tecnocrática de PPK con la derecha popular de Keiko Fujimori y así
lograr un gran pacto derechista, capaz de emprender las reformas de
segunda generación, postergadas o tramitadas a paso de tortuga, desde el
2000 hasta la fecha.
El aprendizaje político de este lapso
gubernativo podría o debería conducir a un entendimiento. En todo caso,
hoy hay más posibilidades políticas que antaño de que algo semejante
pueda ocurrir.
Se equivocan groseramente los consejeros de
Fuerza Popular que señalan que sería suicida llegar a algún nivel de
coordinación con el Gobierno. Un cogobierno sí sacaría de carrera al
fujimorismo para el 2021, pero no un mínimo acuerdo, por más que estemos
ante un Ejecutivo con niveles de aprobación del 15 por ciento , como ha
revelado la última encuesta de GFK. Véase si no, el crecimiento en
popularidad de alguien que como Kenji le brinda respaldo pleno al
régimen. O recuérdese cómo el fujimorismo fue acompañante amigable de
Alan García y no perdió protagonismo electoral en el 2011 (si no ganó
fue por errores políticos, no por haber apoyado al aprismo). PPK debe
retomar la apuesta con seriedad. A las dos cumbres ocurridas entre él y
Keiko ni siquiera llevó agenda. Debe dejar de mirar a Fuerza Popular
como se mira desde la patronal a un sindicato.
El espejo en el que tanto PPK como Keiko debieran verse es el de Ollanta Humala
y Alan García, quienes durante el período 2011-2016 se enfrascaron en
una guerra sin cuartel y terminaron ambos fuera de toda posibilidad
política inmediata.
La del estribo: ¿No es hora de que se reabra
el complejo de cines de Larcomar? Hace un año y tres meses se produjo
allí una tragedia, pero se supone que ha habido investigaciones y sobre
todo se han efectuado correcciones técnicas. ¿De quién depende? ¿Del
municipio de Miraflores, del centro comercial, de Defensa Civil? ¿O
estamos ante indecisiones producto de la cercana campaña electoral
municipal?