Medio: El Día
Fecha de la publicación: lunes 08 de julio de 2019
Categoría: Representación Política
Subcategoría: Escaños
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En la circunscripción nacional, la elección del presidente y vicepresidente se definirá por mayoría absoluta. Y, si esto no ocurre, en el caso de que ningún candidato logre el 51%, además si la diferencia entre el candidato más votado con el segundo no supere el 10%; tendríamos la segunda vuelta. Sin embargo, al efectuar una prospección general de los posibles resultados de los comicios de octubre, con detenimiento, debemos analizar lo que eventualmente puede suceder con los escaños uninominales que, de 130, alcanzan al número de 70 (por circunscripción uninominal 63 y 7 por circunscripción especial). La conversión de votos en escaños, en estas circunscripciones, es por mayoría relativa.
Los otros 60 escaños plurinominales, se definen en circunscripción departamental. Al igual que los escaños para el senado, la conversión toma en cuenta el sistema proporcional. La tendencia de la votación y los resultados, para la distribución de estos escaños, seguirán la directriz de la votación nacional.
En ese horizonte, entonces, cualquier ejercicio de prospectiva electoral, debe analizar, con sumo cuidado, la batalla que se librara en las circunscripciones uninominales, que tendrá su propia lógica. Obviamente, muy distinta a la votación general que determinará los resultados para la elección del presidente, senadores y diputados plurinominales.
Como se vislumbra, en la votación nacional, se impondrá el escenario polarizado: entre el líder oficialista y el candidato que mejor se posicione, entre las ocho fuerzas de oposición (ahora siete), con capacidad y potencial competitivo. En esa tarea están precisamente, Carlos Mesa y Oscar Ortiz. Uno de ellos, tendrá, luego, que bajarse del ruedo, si es que realmente se pretende frenar el ímpetu avasallador oficialista, aun cuando, con el noble propósito de evitar que se repita otra vez los dos tercios del oficialismo en el poder legislativo. Esto, claro, requiere lucidez y desprendimiento, algo ciertamente escaso, en las “discapacitadas” fuerzas opositoras.
Pues bien, volviendo a la batalla especial que se librara en la disputa de los 63 escaños uninominales, sin tomar en cuenta los 7 de circunscripción especial, donde se da por descontado el triunfo de los candidatos del MAS, será de vital importancia que, en esta contienda singular, la “discapacitada” oposición, llegue al menos a algunos acuerdos para no dispersar la votación y evitar que el MAS se haga de todos estos escaños. Incluso, en las circunscripciones de la ciudades capitales, donde se concentra el dilatado segmento “antievista”, con el voto opositor disperso, se impondrían los candidatos del MAS.
En las elecciones del 2014, el MAS obtuvo 51 escaños de los 63 uninominales, es decir el 81%. Los restantes 12, miserablemente se adjudicaron entre el PDC y UD. Si estas dos fuerzas habrían conciliado candidatos comunes en estas circunscripciones, habrían ganado otros diez escaños. Con eso, fácilmente, evitaban la reedición de los dos tercios. Precisamente, la falta de visión y espíritu patriótico, que caracteriza a la oposición, fraguo el escenario para la alta e inédita concentración de poder en manos del partido de gobierno. De haberse evitado aquello, hoy, la agenda política sería radicalmente distinta.
Ahora bien, esa lección tendrían que asimilar las fuerzas de oposición que terciaran en octubre. Podrían, despojándose de sus miserias, constituir interesantes e importantes acuerdos para competir con oficialismo en los escaños uninominales que, a la hora de establecer decisiones y definiciones cruciales para el país, tienen una incidencia de primer orden.
Al parecer, por la miopía que padecen, está lejos de su alcance vislumbrar, más allá de las circunscripciones nacional y departamental, las circunscripciones uninominales, donde, dicho sea de paso, existe un gran déficit de representación de la población urbana que es ampliamente mayoritaria.
El tiempo apremia, empero, podrían, en algún momento de lucidez, pensar estratégicamente, en la batalla separada que se debe librar, en la disputa de estos escaños uninominales.
El autor es profesor de la carrera de Ciencia Política de la Universidad Mayor de San Simón