Es cada vez más inmisericorde el bombardeo de encuestas que los bolivianos venimos sufriendo, en torno a las elecciones presidenciales a realizarse en el mes de octubre, probablemente. Son tantos los medios de comunicación dedicados a desarrollar estos sondeos, cada uno atribuyéndose el secreto más aproximado de la encuesta, que, en lugar de orientarnos, nos tienen más perdidos que Adán en el día de la madre.

Según estos “sondeos confiables”, como los que publicó Página Siete un domingo pasado, se registra un virtual empate técnico entre Evo Morales con 31%, Carlos Mesa con 32% y Oscar Ortiz, cuya candidatura no figuraba hasta octubre del año pasado, y quien ha logrado aparecer como el tercer candidato con más posibilidades en la posible contienda, al confirmarse su candidatura por la alianza “Bolivia Dice No”.

En una pesquisa de la empresa Captura Consulting para la revista Poder y Placer, sin mucha diferencia de tiempo entre su realización y la consulta anterior, se confirma una preferencia parecida entre Mesa y el candidato oficial y además, pone en evidencia que el 40% de los encuestados no decidió aún su voto. Otra investigación no publicada y realizada por una encuestadora boliviana también “confiable”, ubica a Evo Morales primero con una preferencia del 34% y a Mesa segundo con 25%. Ortiz estaría tercero, con un 8% y los indecisos llegarían a un 19%.

Lo gracioso y curioso del caso es, que en esta danza demoscópica a nadie se le ha ocurrido levantar una encuesta sobre el porcentaje de bolivianos que no estamos de acuerdo con la realización de esas elecciones fraudulentas, donde la fórmula oficialista ya cuenta con la victoria, pese a estar vetada por el referéndum del 21 de febrero de 2016, cuando Bolivia dijo No a la reelección de ese binomio que hoy, supuestamente, encabeza tales sondeos. 

De realizarse una consulta semejante, estamos seguros que la gran mayoría de los bolivianos sabrán rechazar el intento reeleccionista y colocar en su justo lugar a los actuales aspirantes. Si hace apenas dos meses, Evo iba a la cabeza, (siguiendo esta nomenclatura antropomorfa) Mesa se ubicaba por el cuello; cerca del pecho se hallaba Ortiz, y Patzi no llegaba ni al ombligo.  En cuanto a los demás, ellos se hallaban dramáticamente ubicados en la zona del bajo vientre. Si se realizara un serio referéndum, es posible que estas posiciones se invertirían dramáticamente.

Por tanto, lo más admisible es que la razón de estos cambios radique en el factor económico que, como todo en nuestra existencia terrena, sitúa a los ricos en la zona comprendida entre la cabeza a la cintura y a los pobres, de la cintura hacia el área baja.  En buen romance, el que paga figura y el que no, no aparecerá ni en los avisos necrológicos del periódico.

Asumiendo que ésta es la forma de clasificar en las encuestas, sólo cabe preguntar a los señores dueños de los medios de sondeo: ¿cuánto cuesta su encuesta señor encuestador?