Medio: Nuevo Sur
Fecha de la publicación: martes 02 de julio de 2019
Categoría: Procesos electorales
Subcategoría: Elecciones nacionales
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Emilio Martínez Cardona
La presencia en Bolivia de mafias organizadas del narcotráfico ya es una realidad innegable, aunque los voceros gubernamentales traten de minimizar el fenómeno, aseverando que no hay cárteles sino “emisarios” y “clanes”.
Semántica aparte, los ajustes de cuentas se multiplican y también la penetración de estas organizaciones en altas esferas estatales, como se demostró con la reciente crisis policial, cuando se descubrieron los vínculos de varios comandantes con capos narcos.
Fue lamentable que en medio de dicha crisis el secretario general de la OEA, Luis Almagro, se prestara para bailar en el feudo presidencial del Chapare, epicentro de la coca desviada fuera de los mercados legales en más de un 90%, según Naciones Unidas. Y que oyera sin chistar los versos oficialistas sobre el “éxito del modelo antidrogas boliviano”.
El cuadro se enrarece aún más si atendemos a denuncias fundamentadas como las de los periodistas brasileños Leonardo Coutinho y Duda Teixeira, sobre la “ruta del Alba” y la “república de la cocaína”, respectivamente, que complican bastante al régimen de Evo Morales, mostrando serios indicios sobre la existencia de un narcoestado.
Por lo tanto, ya sabemos lo que se puede esperar del binomio inconstitucional presentado por el Movimiento Al Socialismo, que en caso de reelegirse continuaría o profundizaría el preocupante estado de cosas arriba descrito.
¿Cómo estamos, entretanto, en la oposición?
Del lado del ala más tibia, encabezada por Carlos Mesa, se descarta de plano el retorno de la DEA al país, como lo dejó en claro el candidato de Comunidad Ciudadana en una entrevista concedida al periodista Alfredo Miranda en Washington DC. Para la lucha antidrogas el ex presidente sólo cuenta a la ONU y la Unión Europea. También en este tema, por lo visto, prima el continuismo.
Tampoco son muy alentadores sus antecedentes durante su fallido gobierno, cuando cedió a las presiones cocaleras sobre el “cato”, con lo que comenzó el proceso de normalización de cultivos no destinados al tradicional acullico.
Por otra parte, el postulante de la alianza Bolivia Dice No, Oscar Ortiz, sí admite la necesidad de contar con acuerdos de cooperación en la materia “con Estados Unidos, México y la Unión Europea”, aunque priorizando la colaboración con los cinco países con los que Bolivia tiene fronteras.
Lo cierto es que la lucha contra lo que el presidente colombiano Iván Duque ha definido como la “trasnacional de la cocaína” es de carácter global, por lo que es un sinsentido no tener algún grado de coordinación con la principal agencia antidrogas del mundo, que además sirve de puente para viabilizar la cooperación con la mayoría de las demás entidades similares del planeta.
No hacerlo equivale a seguir condenando a Bolivia al aislamiento, el fracaso y la estigmatización internacional.