Medio: El Potosí
Fecha de la publicación: lunes 26 de febrero de 2018
Categoría: Conflictos sociales
Subcategoría: Problemas de gobernabilidad
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EDITORIAL
El NO, un mensaje también dirigido a la oposición
Desde hace dos años, y con particular intensidad después de las movilizaciones de enero y del 21 de febrero recién pasado, han sido abundantes los análisis e interpretaciones que se han hecho sobre el significado del mensaje transmitido a las fuerzas oficialistas.
Poca atención en cambio ha recibido un segundo aspecto de ese mensaje, el dirigido a las fuerzas opositoras y sus principales líderes a quienes la gente movilizada también ha negado su adhesión.
Ese no es un pequeño detalle pues uno de los rasgos principales del actual escenario político nacional es la ausencia de los tres elementos que hacen falta para que las disputas por el poder se canalicen mediante las vías propias de la institucionalidad democrática. Esos tres elementos son: organización, liderazgo y proyecto alternativo de país.
Como es fácil constatar, los 15 años transcurridos desde el colapso del anterior sistema de partidos y 12 de la hegemonía lograda por el Movimiento al Socialismo no han sido suficientes para que las fuerzas opositoras hayan logrado algún avance significativo para llenar el vacío que quedó abierto.
Es cierto que ha habido y todavía hay algunos intentos, pero todos ellos tan precarios que no alcanzan ni para sentar las bases de una fórmula capaz de afrontar con alguna posibilidad de éxito los desafíos que están por venir.
En lo que al liderazgo se refiere, siguen figurando como potenciales candidatos los mismos personajes que arrastran muchos fracasos y frustraciones. Y ninguno de ellos cuenta con el respaldo de una organización política que sea algo más que siglas vacías de contenido, de adherentes y de un proyecto de país que guíe sus actos.
Ese el caso de Unidad Nacional y el Partido Demócrata Cristiano, cuya presencia en la Asamblea Legislativa Plurinacional resulta esterilizada porque tienen como único elemento aglutinador las ambiciones de sus respectivos candidatos. Su falta de cohesión ideológica se refleja en las disputas internas de sus respectivas bancadas y en su silencio cuando se debe tomar posición ante los grandes temas de la agenda pública.
Algo diferente, pero no mucho, es el caso de Demócratas, partido que depende menos de la figura de un individuo y sus aspiraciones, pero está muy lejos de alcanzar la dimensión y solidez necesaria para ocupar un lugar protagónico en el escenario político nacional.
Ante tal panorama, algo de razón debe concederse a quienes desde el MAS cuestionan y critican el énfasis que se pone en el rechazo a la candidatura de Evo Morales como único punto de referencia.