Medio: La Razón
Fecha de la publicación: miércoles 26 de junio de 2019
Categoría: Procesos electorales
Subcategoría: Elecciones nacionales
Dirección Web: Visitar Sitio Web
Lead
Contenido
La Razón (Edición Impresa)
00:08 / 26 de junio de 2019
Un promotor del recién creado municipio de San Pedro de Macha, en el norte de Potosí, anunció que no iban a permitir que los opositores entren a ese territorio. El dirigente del lugar fue más lejos: advirtió que había “kataris malos” que envenena-rían a los k’aras de los partidos neoliberales. Las declaraciones, realizadas en un acto oficial, provocaron amplio repudio.
Entre los derechos civiles reconocidos en la Constitución Política del Estado están el derecho a la libertad de reunión y asociación, así como a circular libremente en todo el territorio nacional. En materia de derechos políticos ello se expresa en el derecho a la organización con fines de participación política y, por supuesto, en la libertad plena para realizar campaña electoral, conforme a la norma. No puede haber, por tanto, territorios exclusivos o vedados. Son cuestiones esenciales en democracia.
En diferentes procesos electorales surgen algunas voces autoritarias que amenazan con impedir la presencia de candidaturas en determinados territorios. O sin prohibirlo directamente, advierten que “no brindan garantías”. Y no falta el que directamente anuncia consecuencias, como el envenenamiento. No son metáforas. La mala noticia es que tales hechos de intolerancia persisten; la buena, que son aislados y esporádicos. Como sea, se trata de expresiones inaceptables en un Estado de derecho.
Así ocurrió hace unos días con un dirigente potosino que, de manera explícita, señaló que los neoliberales que se atrevan a entrar a la tierra de Tomás Katari corrían el riesgo de ser envenenados. Semejante intimidación fue rechazada rápidamente por el TSE, que incluso asoció el hecho a la figura de un delito electoral. La oposición en bloque cuestionó las palabras del dirigente. Y el Ministro de Comunicación manifestó el “rechazo categórico” del Gobierno a tales amenazas. No es para menos.
Más allá del imperativo de garantizar que todos los candidatos tengan el derecho de moverse libremente con sus campañas electorales en todo el territorio nacional, sin espacios prohibidos; y de la necesidad de sancionar drásticamente, conforme a ley, cualquier hecho de coacción electoral o de “obstaculización de procesos electorales”; es fundamental en democracia, como condición, que la ciudadanía tenga acceso a las propuestas de todos los partidos políticos a fin de participar con un voto informado.
Claro que las expresiones autoritarias no provienen solo de quienes ponen barreras de acceso selectivo a sus territorios en procesos electorales aunque sean verbales. También son autoritarias las voces (y las plumas) de quienes ven a los migrantes como “turbas aleccionadas” que, en lugar de pasar de largo, “se quedan en el centro de la ciudad”. Es otra forma de destilar veneno. Y los envenenamientos, como se sabe desde siempre, vengan de donde vengan, corrompen la convivencia pacífica y democrática.