Medio: Página Siete
Fecha de la publicación: viernes 23 de febrero de 2018
Categoría: Debate sobre las democracias
Subcategoría: Repostulación presidencial / 21F
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Alias Agatha
Por una democracia plena e inclusiva
Banderas tricolores. Vecinos agrupados. Mensajes cortos y claros. “Bolivia dijo No”. “Mi voto se respeta carajo”. Calles tomadas pacíficamente. Ciudadanía movilizada. Policía excesiva. Policía partidista. Igual, movilización masiva. Ningún fracaso. La consigna: hacer respetar el voto de la mayoría de la población boliviana (51,7%) del referendo del 21 de febrero de 2016. Así de simple, así de claro.
Por otro lado. Banderas azules. Organizaciones afines al Movimiento Al Socialismo (MAS).
Funcionarios públicos, otros sólo ciudadanos. Algunos forzados, otros no tanto. “¿Qué queremos?
¡Evo de nuevo!”. Marcha en escuadrones. Policía cómplice. Abriéndoles paso. Igual, movilización social, innegable. Su consigna: apoyo a la repostulación inconstitucional de Evo Morales como presidente del Estado boliviano. Así de simple, así de claro.
Estas dos movilizaciones protagonizaron el 21F pasado. Aunque quieran
deslegitimarse mutuamente, ahí estuvieron ambas. Polarizadas, divididas y
en algunas ocasiones enfrentadas. Expresaron una de las consecuencias
más perversas de la posición tozuda del gobierno de turno para
mantenerse en el poder a cualquier costo: el exacerbamiento de la
división de los bolivianos.
¿Cómo impedir que este exacerbamiento nos conduzca a un conflicto ciudadano más complicado?
Como he insistido en otros artículos, lo primordial debe ser el respeto a
la Democracia, que además se mantenga Plena y pueda alcanzar su grado
de Inclusiva.
En la movilización, que exigió el respeto al resultado del 21F de 2016,
se destacó la presencia de personas de la tercera edad. Su participación
podría explicarse por haber sido testigos de la historia boliviana,
particularmente del periodo dictatorial. Ante el sufrido exilio, la
desaparición forzada y el asesinato de muchos de sus conocidos, habrán
visto lo que costó recuperar la Democracia. Por lo mismo, defenderla se
habría constituido en un principio.
Además, porque actualmente la Democracia boliviana se sostiene en una
Constitución, aprobada por voto popular (61,43%), y promulgada por el
Presidente actual, en 2009. En esa, cabe insistir en el artículo 168:
“El periodo de mandato de la Presidenta o del Presidente y de la
Vicepresidenta o del Vicepresidente del Estado es de cinco años, y
pueden ser reelectas o reelectos por una sola vez de manera continua”.
Por ello, aunque representantes del MAS y afines a este partido traten
de negarlo, la decisión del Tribunal Constitucional Plurinacional del 28
de noviembre pasado, es inconstitucional, pues su efecto práctico
contradice la máxima ley que ordena al Estado Plurinacional boliviano,
además de deslegitimar el voto ciudadano. Y estas son vulneraciones
graves al sistema democrático.
Por acciones oficialistas como aquella, la Democracia se está
fragilizando y el enfrentamiento entre bolivianos se ha intensificado.
No, aún no estamos en una dictadura. Pero alarma pensar que podemos
llegar a la misma si no se respeta el carácter Pleno de la Democracia.
En la jornada de movilizaciones, alarmó el comportamiento represivo y
autoritario de la Policía Nacional, frente a los ciudadanos movilizados
por el “Bolivia dijo No”. El respeto a las libertades individuales y a
la autonomía del sujeto son dos características que tampoco pueden ser
vulneradas, menos reprimidas y gasificadas.
El exceso de las fuerzas del orden contradice el principio racional que
guía al sistema democrático. Y esa fuerza sólo exacerba el
enfrentamiento de los ciudadanos.
Pero además este choque de fuerzas civiles se produce por el discurso
excluyente y marginal frente al “otro”, al diferente, que impide
alcanzar la Democracia Inclusiva, donde “la gente se reconozca el uno al
otro en su particularidad” (Young, 2001).
En Bolivia, el uso de términos racistas y clasistas –utilizados con
frecuencia en ambas movilizaciones para referirse a los opositores–
representa esta exclusión. Perversamente, el oficialismo aprovecha esta
diferenciación y la radicaliza con el fin de mantener a Evo Morales como
“la única alternativa”.
Nuestra confrontación es resultado de su estrategia política.
Por ello, si queremos pensar en un gobierno diferente al MAS, debemos
trabajar nuestra conciencia inclusiva y si un opositor podrá ganar en
2019, será quien mejor represente esta alternativa.
Guadalupe Peres-Cajías es docente universitaria y especialista en investigación en comunicación.